El día de la marmota

COMO BILL MURRAY en Punxsutawney , atrapado en el día de la marmota, condenado a repetir cada jornada lo mismo que vivió en la anterior. El mundo de las artes escénicas en este país parece sacado de esa película que aquí se tituló Atrapado en el tiempo . Hace doce años existía un, aunque imperfecto, útil sistema de intercambio ínter autonómico mediante el cual las compañías giraban por otras comunidades en condiciones económicamente ventajosas. Aquella iniciativa desapareció engullida por no se sabe qué agujero de la administración. Cuando el proteccionismo teatral está alcanzando cotas insoportables, la sobreproducción amenaza con derrumbar los logros conseguidos en los últimos años, la coordinación entre regiones ha dejado de existir y el ministerio ha tirado la toalla como responsable de esa coordinación, surge la inconfesada vocación de la profesión escénica hacia el sector de la madera y el mueble, creando una nueva mesa de trabajo en la que los técnicos de las comunidades autónomas vuelven a empezar una tarea abandonada años atrás: Sísifo subiendo un peñasco que nunca llegará a la cumbre. Frente a la incapacidad de la clase política y el temor y la fragmentación del mundo artístico, los públicos de las artes escénicas resisten como pocos sectores la crisis y, sin saberlo, tienen en sus manos buena parte de la solución con su mera capacidad de elección. El sistema actual no funciona, dijo estos días en el enésimo debate público sobre estos asuntos un productor privado que no hace muchos años tuvo responsabilidades políticas. Una mezcla del sistema alemán y el español sería el ideal, sostuvo en el mismo foro el gestor argentino Alberto Ligaluppi. El sistema, afectivamente, no funciona pero es imposible enfrentarse a las necesarias reformas estructurales cuando estás atrapado en el día de la marmota.