Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER | VICTORIANO CRÉMER

No subieran...

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VICTORIANO CRÉMER
León

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NO SUBIERAN aunque caigan chuzos de punta, la orden es la de resistir, con pan y sin pan. Nos encontramos en el medio justo de una gran tormenta y el espíritu combativo de la raza nos aconseja levantar murallas para impedir que los asaltantes se hagan con la plaza.

León, bien lo expresa su Historia, es plaza de resistentes y de caudillos capaces de oponerse a todos los Almanzores.

Y cuando los centros neurálgicos de la vida política nos aconsejan tirar la piedra y esconder la mano, aplicamos la norma cuando la situación tiende a ennegrecerse, a encarecerse, a convertirse en insoportable... Es, sin duda, a lo que hay que llegar, a evitar que por insoportable, por insostenible, por invivible, salvemos a León del naufragio total.

El comercio ante los signos negativos que se acumulan a su alrededor, sin ánimo de desistir de sus acosos, abre sus puertas y se pronuncia por la resistencia. Y la precaria industria que logramos salvar de la tormenta sacando fuerzas de flaqueza, hace cosas, inventa negocios y se saca fuerzas del desánimo.

No tendremos para comer dicen los recién aparecidos en alguna de esas calas previstas para acogimiento de fugitivos del hambre, pero no cederemos ni un palmo de nuestro territorio. Nos quedaremos sin productos lácteos y sin remolacha forrajera y se nos hundirán los barcos en la vorágine somalí, pero más se perdió en Cuba, compañeros, y el que cede un palmo acaba por conceder todo el territorio.

Y de centros de histórica bravura ante el enemigo, fuera francés o griego, surgen portavoces que se empeñan en salir a flote. Nada más ni nada menos que la Astorga de los mamelucos franceses invasores se produce el fenómeno animador: «Reunido el Ayuntamiento de la maragatería y después de profundos análisis de la situación económica, cultural y política, se acuerda tomar una decisión que sin duda habrá de surtir efecto en el ánimo luchador de los maragatos: Sin alardes ni banderas, se hace saber que nunca, jamás, cederemos.

Y que ni el impuesto sobre la construcción, ni la fecunda invención de la mantecadas, correrán peligro. «¡No nos moverán!»

Y para el año significativo de 2009, que es una de las fechas a las cuales se venía advirtiendo notables movimientos sociales y económicos, los precios permaenecerán parados, aunque con toda la cuerda, y no subirán.

Y esta noticia, con rango de acuerdo nacional emitido por las Cortes, ha conseguido, no que la crisis se detenga y amainen sus embestidas, sino que, pese a las turbaciones que precisamente ahora, que ya somos amigos de los americanos y estamos dispuestos a reforzar nuestros apoyos militares en Afganistán o en donde haga falta, el ánimo maragato sugiere que es llegado el momento de resistir...

Y cuando la maragatería de los poetas decide su apoyo incluso para cambiar las ordenanzas si es preciso, no nos queda a los recalcitrantes sino ceder obedecer y callar, que es lo que venimos haciendo hace años.

Y el ínclito interno de San Marcos, cuando era morada para inquietos escribe:

A la orilla de un marqués / sentado estaba un poeta; / que andan con reyes y condes / los que andaban con ovejas / León León, ciudad añeja. / ¿Por qué te vistes ¡ay! / con piel de oveja?

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