A ESGAYA | EMILIO GANCEDO
Con el corazón en la mano
DE ENTRE TODAS las frases pronunciadas por nuestros personajes célebres, al menos en lo que respecta a la historia reciente de este territorio, los leoneses llevamos en nuestra mente colectiva una de ellas grabada a fuego. Dice: «Con el corazón en la mano hubiéramos votado por León solo, pero han primado las razones de Estado».
Una proclama verdaderamente extraordinaria. Casi mitológica, como fuera del tiempo. Una especie de maldición bíblica, un hierro candente que nos marcó en el lomo diciendo: «Ustedes, señores, tienen razón. El sentimiento, la voluntad popular, es clara a este respecto. Pero, ¿saben?, en virtud de unas razones que no les vamos a explicar en condiciones, a causa de unos hechos que tampoco se los vamos a desgranar como deberíamos -”para ver si están ustedes de acuerdo y están dispuestos a modificar su postura-”, pues vamos a hacer totalmente lo contrario de lo que quieren... ¿estamos?»
Razones de Estado... por razones de Estado ha sacrificado León sus mejores valles, su montaña llena de vida, sus pueblos irrepetibles, únicos, para transformarlos en cuencos de agua inerte. Por razones de Estado entregamos nuestros cupos de producción hidroeléctrica, nuestros ahorros completos a una entidad financiera ahora ya casi foránea, la siempre diversificada agricultura y ganadería... Hemos dado la sangre y la leche, y se nos niega el pan y la sal.
A cambio, gigantescas torretas de alta tensión, falta de autogobierno, enfrentamiento -”azuzado-” entre unas comarcas y otras. Desaparición de pueblos como metáfora de la propia desaparición de León del mapa y de los libros de Historia.
Con el corazón en la mano. Los hombres de bien hacen las cosas con el corazón en la mano. Sabiendo lo que quieren sus paisanos y apostando por ello pese a las dificultades. Siendo valientes.
Pudiste haber sido la persona más importante de este León nuestro. Ponernos al lado de los demás, en su mismo peldaño: asturianos, gallegos, navarros, leoneses... No sé si no pudiste o no quisiste hacerlo. Pero aquella decisión la pagamos cada día.