Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER | VICTORIANO CRÉMER

Versos por agua y el carnaval adelantado

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VICTORIANO CRÉMER
León

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LA VERDAD es que según el filósofo de Dos Hermanas, en España «hay gente pa tó». Y no tiene, pues, nada de particular que de una tacada, por ejemplo se nos acumulen los actos más contradictorios y de menos empaque cultural y político.

Por ejemplo, es un decir que se dice para que el gentío se sienta obligado a meditar un poco, no acaba de encontrarse las líneas programáticas que en conjunto sirvan para componer un capítulo verdaderamente importante de la vida ciudadana.

Y si atendemos a la proclamación y distribución de los premios «Goya» de cinematografía, no parecen encajar adecuadamente unir la efemérides social con la entrega de una bandera a la Cofradía de la Divina Pastora. Y no por razones de incontinencia verbal de lo uno con lo otro, sino porque forzando esta clase de desvíos lo que hacemos es promover un acto muy personal de la vida laica de la ciudad. Y no es conveniente, se proclama, mezclar las churras con las merinas.

Que bien está que en el tráfago al cual está sometido la ciudad, seleccionemos entre los motivos de nuestra atracción y preferencia en determinados estados de ánimo, que depositemos nuestra atención, nuestra admiración y motivo de extravío mental, contemplando juntamente con la carátula del pintor de «Los fusilamientos» la delicada figura de Penélope, o, si procede, depositar nuestros saberes y preferencias estéticas, culturales y religiosas, entre la Semana Santa y sus atavíos o la privatización de las aguas municipales estampando en la escena una nueva ocasión para que el público se sienta vulnerado y mal defendido. Sencillamente o no tan sencillamente porque de lo que se trata, no es de convertir cada una de las escenas de la película municipal o provincial en un estrambote costoso.

A veces el personal que se erige en director de escena propone un guión que en cierto modo denuncia el estado de debilidad orgánica entre los responsables cuando, en un rapto de inspiración, algún mano de la pantalla se le ocurre, como decíamos, la idea de cambiar, de trocar, de convertir las necesidades más apremiantes en materia para el intercambio. Los directores del bodrio cinemático que se promueve tiene el título disparatado de «Intifada poética», en contra de la idea de convertir las aguas del cielo y de la tierra, pero potables, en un producto de cambio o de explotación. Los seres humanos necesitan el agua y el aire y mar y los peces, pero si hacemos con todos estos frutos de la vida total un medio de ganancia, un procedimiento para inventarse unas tasas, entonces llegaremos a terminar con la Semana Santa como motivo de ganancia presupuestaria y las bellas muchachas de los Premios Goya en un desfile de bellas presentadoras de dibujos encantadores. En España, hay gente pa tó, ciertamente, pero conviene evitar las mezclas, las confusiones y las atribuciones inconvenientes.

Porque mezclar la Semana Santa con los carnavales, parece que es más bien un disparate. Y sobre todo un espíritu mercantil capaz de convertir en impuesto la limosna.

«Si descendemos del mono, es mejor que no se entere nadie»...

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