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EL RINCÓN | MANUEL ALCÁNTARA

Ayudas mutuas

Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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SI CAYERA por este destartalado planeta un marciano de esos que en los antiguos tebeos representaban como malévolos muñequitos verdes y nerviosos, nos costaría mucho trabajo explicarle el sistema financiero terrícola. Ahora resulta que hay que socorrer a la Banca para que ella, a su vez, pueda prestarnos socorro. Se trata de que tengan mucho dinero para que puedan dejarnos alguno, ya que todos sabemos que los bancos, que son las catedrales de nuestra época, son lugares donde nos prestan dinero si no somos capaces de demostrar que tenemos una cantidad superior a la solicitada. Quedan lejos aquellas palabras de Bertold Brecht, que estaba convencido de que sólo hay algo peor que atracar un banco: fundar un banco. Hoy, si a alguien se le ocurriera atracar uno, le exigirían que depositara allí el importe íntegro de lo robado. Las entidades financieras del ancho mundo han despedido a más de 325.000 empleados últimamente, según la Organización Mundial del Trabajo, pero se teme que la cifra se irá acrecentando a medida que el capital de las instituciones se vea más cercado por la recesión.

El nuevo plan para revitalizar la banca, que en Estados Unidos acaba de entrar en vigor, es muy discutible: unos son partidarios de inyectar más capital y otros de cerrar el negocio. Entre nosotros tampoco están claras las cosas: Solbes, que al parecer está deseando que le pase lo mismo que a Bermejo, si bien por otros motivos, afirma que el Estado está preparado para intervenir la banca. Qué curioso que cuando las cosas van mal en una nación sea cuando más se hable de nacionalizaciones. Quizá sea prematuro hablar de «corralito», al estilo argentino, pero no lo es para preguntarse, como Valle Inclán, qué sería de este corralón sin sol.