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LA VELETA | FRANCISCO MURO DE ÍSCAR

El punto G de los 20

León

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LOS VEINTE se han reunido en Berlín a retozar, han dicho cosas, han quedado para otro día en Londres. Confiesan que no encuentran el punto. Y el planeta entero espera que lo encuentren y que lleguen a un orgasmo conjunto. Zapatero, Merkel, Berlusconi, el checo..., todos juntos. Confiemos en que los dignatarios del G-20 entiendan más de sexo que de economía. Esta sigue sin remontar y seguro que, si lo hace, será por inercia o por invención de los particulares.

Las ocurrencias de los dignatarios del G-20 han consistido hasta ahora en dar dinero a los causantes de la crisis y apuntalar todo lo que se caía, entre otras cosas por innecesario: la construcción, los automóviles... Los mandamases siguen opinando que la economía es un globo para hinchar indefinidamente y el ciudadano, un bicho obligado a consumir cada día más. En cuestión de estrategia de mercados, los políticos se comportan como el famoso cazador Garzón: primero disparan y, cuando la víctima yace en el suelo, miran a ver si apuntan.

La única moción práctica del G-20 de Berlín ha sido la de empezar a disminuir los privilegios de los paraísos fiscales y eso después de que Estados Unidos amenazara a los suizos para que eliminaran el secreto bancario, que les hurtaba impuestos. El ingenio suizo ha establecido una industria que posibilita cobrar simultáneamente de todos los bandos: los del imperio del bien y los del imperio del mal, para cuyos intercambios incruentos ponen además a disposición de las organizaciones internacionales una panoplia de sedes y servicios de alquiler.

Suiza, como Mónaco, como Liechtenstein, como Luxemburgo, Andorra o Gibraltar, y como esas lejanas islas oceánicas a las que transitan electrónicamente los dineros sucios y los fondos basura, son entidades tan incongruentes que solo se han podido mantener con apoyos oficiales, decididos a mantener su prosperidad sobre una red de pozos negros por donde se evacuaran al subsuelo las heces del mundo.

Esta era otra de las grandes ideas generales sobre la economía. Que los jefes de estado exijan ahora el alineamiento en la legalidad de los paraísos fiscales es tan de agradecer como si, a estas alturas, reclamaran el fin de la extorsión, el estraperlo y la trata de blancas.

Por disparates así debió de trasegar a saber qué un ministro nipón al comparecer en uno de los ritos más tontos que ha inventado la democracia: una rueda de prensa. Su país, la segunda economía del ranking, se ha ido al garete y todavía le pedían que lo explicara. El pobre hombre, como le ha pasado aquí a Bermejo, no pudo más.