Problemas de importación

EN VEZ de exportar políticos corruptos, de esos que nunca van a la cárcel, estamos tratando de importar presos. Vaya una cosa por otra y vayan por Dios ambas. Las transferencias de Guantánamo son a repartir y que cada palo aguante su vela, incluidos los países que están a dos velas. Las naciones europeas se muestran obligatoriamente dispuestas a acoger reclusos martirizados, más que por exhibir su talante hospitalario por demostrar su obediencia al Imperio, pero parece que hay dificultades. Los detenidos en Campo Eco, que debe de ser una sucursal del infierno, aunque el infierno no sea «un lugar físico», según las últimas revelaciones papales, no tienen inconveniente al traslado. Cualquier lugar debe de ofrecer un confort y un trato superiores en calidad a sus clientes. Las pegas parten de los países de acogida.

El ministro Rubalcaba, al que admiramos más p or las sensatas cosas que dice que por las que hace, ha declarado que la llegada a España de los presos de Guantánamo plantea «problemas de todo tipo, incluyendo los de seguridad». Se ha visto obligado a matizar el entusiasmo de su colega de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que cada día presenta un aspecto más saludable y satisfecho. El día en el que sea sustituido dejará un hueco difícil de rellenar, a no ser que le reemplacen dos.

No está clara, ni mucho menos, la fórmula jurídica que se buscará para hospedar a los prisioneros de importación, pero buscando bien seguro que se encuentra alguna. ¿No será posible un sistema de trueque que permitiera canjear a un político español de esos que se han enriquecido sacrificándose por nosotros, por un preso de Guantánamo? Al parecer, tampoco es sencillo.