EN BLANCO | JAVIER TOMÉ
¡Mosquis!
HOMER Simpson suele exclamar eso de ¡Mosquis!, como expresión de estupor ante los caprichosos devaneos de la vida. Algo que nos viene de perlas para la peripecia vecinal que se vive en la muy leonesa localidad de Moscas del Páramo. Resulta pública y notoria la inquina que el archidiablo Zapatero y sus laicistas secuaces mantienen hacia los valores más sagrados, ojeriza que se manifiesta en camelancias como la dichosa asignatura para la Educación de la Ciudadanía que recomienda, según he oído, los matrimonios consentidos entre gatos del mismo sexo. Algo, por cierto, que no voy a tolerar a los míos.
Mientras los miembros más preclaros de la cardenalía se aprestan para regresar a las catacumbas, asqueados ante tanta cochambre moral, los fieles de Moscas del Páramo han confiado sus inquietudes espirituales a Dora Antón, una vecina que tiene las dos peinetas bien puestas. El cura del pueblo fue acusado de echar mano a una cruz parroquial y dar un cambiazo de manual, algo que fray Pericón -toda la orfebrería al bolsón- negó con cara de inocente, minutos antes de salir por piernas del lugar. El Obispado no parece dispuesto a aclarar este cuento de la buena pipa, así que es Dora quien sube a escena para rezar el rosario en todas las celebraciones litúrgicas de postín. Y aunque los «vobiscum» y los «requiescat» no suenan precisamente a Cicerón, la vecindad está encantada con su bienintencionada papisa. En cuanto al destino actual del presunto curita bribón, existen opiniones encontradas al respecto. Mientras unos aseguran que se ha integrado en la partida de Luis Candelas, trabuco en mano, otros dicen que ocupa un puesto guay en el organigrama financiero del Vaticano. Sólo Dios lo sabe.