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CRÉMER CONTRA CRÉMER | VICTORIANO CRÉMER

El voto, producto a revisión

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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EL FENÓMENO parece inexistente en realidad, pero la verdad es que la tenemos ya al alcance de elecciones múltiples, del resultado de las cuales puede ser que dependa de verdad el futuro y no del señor Zapatero ni del señor Botín. Y el suceso consiste en que muy graves señoras en línea han acometido la difícil faena de examinar y analizar con lupa el actual estado de la parte política de la nación, que no es ni la mejor ni la más segura ni por supuesto la que acabará por proporcionarnos serenidad y seguridad.

Nadie sabe a lo que vinieron a esta España en continua crisis, los señores cardenales del Vaticano, pero el pueblo escamado huye y piensa que los purpurados esconden algo o mucho bajo los ropajes talares y cuando más descuidados nos encontramos y más confiados, saltará la liebre. Y el roncero del poblado se saldrá con aquello tan significativo de los años cuarenta, cuando se recitaba bajo la luz de la luna:

El Niño Dios nació en un pesebre / donde menos se es era salta la liebre...

A la corta de purpurados les recibió el personal más caracterizado de la gobernaduría del país que llamamos España: Don José Luis y Doña segunda de a bordo. Los señores obispos, sonrientes, se movieron ante la fachada monglovita como peces en su charca. Y todos los españoles respiraron confiados en que la visita servirá al menos para la serenidad y tranquilidad de la ciudadanía.

Y el mundo nuestro de cada día se dispuso a votar en el País Vasco, en Galicia, en Castilla-León y se sospecha que también en el Madrid convulso de Doña Esperanza. Ante tantísima invitación al vals, el elector se siente demasiado utilizado y no acaba de saber a qué partido ni a qué candidato quedarse.

Los partidos flaquean, dudan y se contienen; los sindicatos, como siempre, no dicen ni pío y los electores se preguntan en la hora de a Gran Reflexión Nacional si esta ronda electoral y eclesial servirá para algo más que para confundir al personal y seguir con lo mismo.

Existe, sin duda alguna, una cierta zozobra sobre los resultados que pueden proporcionarnos las consultas electorales y cuando se menciona el voto como instrumento democrático indispensable para el equilibrio total de la sociedad que nos va a tocar vivir, nos sentimos como engañados, como sometidos a una cierta fórmula de drogadicción para acabar por confesar ante el cura de la parroquia, que en sus momentos de desesperación, no puede contener la palabrota y el espíritu de peregrino fugitivo, convencido de que tal y como se están desarrollando los hechos, ni las elecciones múltiples, ni los discursos a tanto la línea, ni la presencia en La Moncloa de los cardenales de la Roma Vaticana, insaciable y fiel, conseguirán amasar el pan nuestro de cada día, pro el que penan hombres de coraje y mujeres múltiples.

Los votos están de urna caída. ¿Quién va a salvarnos?

El padre Valle Inclán, repetía para curarse en salud: «Hay honra en ser devorado por los leones, pero ninguna en ser coceados por los asnos»... Amén.