la opinión del lector
Cuidado con la inteligencia
¿Hasta dónde y cuáles son las tablas, haremos, ética para medir la inteligencia, a los que mandan y programan las ya famosas armas inteligentes?. ¿Quién controla a los controladores?. ¿A qué se llama tener un coeficiente intelectual superior al normal ¿saber solucionar el problema de Pitágoras?. Para eso que se lo pregunte a la inmensa mayoría y a los que quedan por venir, de parados que hay en este país, cómo llegar al fin del mes sin sufrir un infarto, ni hacerse el harakiri colectivo, aunque la oferta por la desgracia sea menos costosa a la familia. Las bombas inteligentes ¿qué significan? ¿qué sabe matar mejor y hace distinción entre el bien y el mal?, ¿entre el ávaro especulador corrupto perverso, del niño pobre e indefenso pueblo?, ¿o no hace distinción y mata todo lo que ve y lo que no ve, por si acaso no le vayan a decir que no ha sido bien programado?. Un buen destructor no se le permite que deje con vida, y en pie nada. ¿Quizás mi torpeza sea fruto de no saber distinguir entre el sabio-inteligente, y el inteligente-sabio, pues aunque la diferencia parece similar, existe un gran abismo, posiblemente sea fruto de la vivarachería, con la que lo aplican los inteligentes-sabios. A propósito: ¿me podría decir cuánto cuesta un misil inteligente y cuánto supone lo que destruye?, ¿todo?, ¡sí!, Todo en bruto, ¿y a cuánto alcanza, no la distancia sino el beneficio a la sociedad en total?, ¿podremos fiarnos de los inteligentes sabios? Claro que no les será rentable, ni les interesara, humanamente, socialmente, y cultural- mente, destruir todas las armas, las bacteriológicas, racimeras, mineras, nucleares, las de medio y largo alcance, también a vosotras inteligentes, y sobre todo a la más peligrosa y destructiva, la sicológica y justificativa, esa que tiene mil caras, esa si que es perversa. Aunque la verdad amargue, es bueno ver y conocer las terribles crueldades, que ejerce el poderoso contra el indefenso pueblo, no para saciarnos como lo haría un invasor, sino para revelarse, saliendo a la calle gritando, no a las guerras, ante semejante genocidio de todos es conocido que el silencio nos hace cómplices. Entonces habrá que ir pensando, que otra inteligencia es posible. No quisiera tampoco que mi pueblo fuese objetivo de las armas inteligentes, pues ellas no se reciclan, sino que mueren destruyendo, menuda inteligencia, que van exponiendo sus conocimientos de histeria terrorífica por doquier, creando un mural desolador, con mil y un rasgo inhumano, y sobre todo apoyado por célebres sabios, asesorados por auténticos cerebros. Esperando que halla, o en La Haya exista alguien que les entregue el premio honorífico de horror, terror y causa, se despide de todas y cada una de vosotras, con el fin de nunca más volveros a ver ni oír, vuestro más fiel adversario, un humilde átomo de la paz.