EL MIRADOR | JULIA NAVARRO
La lección de la derrota
JOSÉ BLANCO tiene un mérito: es de los que dan la cara. Desde la noche de las elecciones, no ha dejado de recorrer distintas emisoras de radio y teles para responder, entre otras cuestiones, sobre el fracaso electoral del PSOE en Galicia. Y ahí le duele. Lo ha reconocido él mismo. Pienso yo que le duele no sólo por ser gallego, y ejercer como tal, sino porque es su primer fracaso electoral, y porque él ha defendido a Emilio Pérez Touriño hasta la saciedad.
Y es que si hay algo que ha desconcertado a la mayoría del PSOE, incluidos muchos de sus dirigentes, y casi me atrevo a decir que hasta al propio presidente Zapatero, es que el gobierno bipartito fuera un desastre y que en Galicia hubiera un auténtico desencanto y malestar. La pregunta sin contestar es ¿por qué quienes lo sabían no advirtieron a quienes tenían que advertir? ¿por qué permitieron que la situación se degradara hasta el extremo de tener que perder las elecciones?
Porque lo cierto es que había que estar ciego o no tener tiempo para analizar la realidad gallega porque de otra manera no se podía ignorar lo que era evidente: en Galicia había dos gobiernos, el de los socialistas y el del Bloque, y además el del Bloque mandaba más y marcaba de manera absoluta la política del bipartito.
Pero saber esto, ya digo, no era difícil, lo sabía cualquiera que paseara sin prejuicios por cualquier rincón de Galicia y tuviera la buena disposici ón de escuchar. La guerra lingüística absurda impulsada por la Xunta ha sido una de las gotas que colmó la paciencia de los gallegos. Porque quienes querían imponer a la fuerza estudiar en gallego estaban negando la esencia de los propios gallegos. La de Galicia es una historia de emigrantes, sólo hay que ir a América para ver su huella por todas partes.
De manera que éstos ciudadanos universales, que se han recorrido los cinco continentes, donde en todos se encuentra una Casa Gallega, y que en muchos países de América a los españoles, a todos, se les llama gallegos, de repente les han querido cortas las alas y quitarles su componente universal. Los gallegos se han entendido por el mundo en castellano y unos pocos han pretendido quitarles su idioma, sí, porque el castellano es su idioma, tanto como el gallego.
Hace cuarenta años, a los niños que hablaban gallego les castigaban, estaban mal vistos, lo mismo sucedía en Cataluña. Sí, durante el franquismo se persiguió el gallego y el catalán, pero resulta que cuarenta años después hay políticos de miras cortas que estúpidamente han querido pasar factura al castellano, mutilándolo de la propia cultura gallega y catalana, o de la vasca. Pero éste es sólo uno de los disparates del bipartito, porque ha cometido unos cuantos más.
José Blanco ha dicho que en el PSOE tienen que analizar los errores cometidos, ver qué ha pasado. Al número dos del PSOE se le nota el impacto de la derrota, pero saben, creo que tanto a él como al resto de sus compañeros de partido les viene bien éste traspiés. Llevaban más de cuatro años levitando y esta derrota les va a devolver a la realidad. Ya saben, no hay mal que por bien no venga. A lo mejor perder Galicia les hacer recordar que sólo son seres humanos.