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León

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SIEMPRE han fracasado los intentos de hacer periódicos que publicasen únicamente buenas noticias. Al parecer, a nadie le interesa saber que a los osos amorosos les ha tocado la lotería. Lo entiendo, la máxima periodística recalca que lo noticioso es que el hombre muerda al perro, y no al revés; en definitiva, que los osos amorosos atraquen un estanco, capitaneados por Yogui. Sin embargo, con esta crisis, intuyo que el lector agradece que entre noticias sobre ruinas y hundimientos, reales como la vida misma, encuentre unas líneas de humor a las que aferrarse, como el náufrago al madero. He buscado afanosamente una noticia que me permitiera escribir una columna divertida. Ha sido como buscar la piedra filosofal; no, más difícil aún, como encontrarle el sentido del decoro a Humberto Janeiro. El lapsus linguae de Zapatero ante el ministro ruso lo he descartado pues, aunque daba para un buen gag, sólo demuestra que el señor presidente del Gobierno necesita urgentemente una tila o, mejor aún, un fin de semana en El Caribe. Tampoco me parece gracioso el efímero «si tú me dices ven, lo dejo todo» entre el alcalde y la presidenta de la Diputación. Busqué en todos los medios, en la Red, escuché la radio-¦ y nada. Todo es blues. Entonces, de repente, me he dado cuenta que esto es ya una columna de humor. Caminante no hay camino. No vayas a buscar lejos aquello que te habita. El ser humano siempre termina encontrando lo que anhela, aunque seamos proclives al rodeo metafísico. Somos humor, lo llevamos tatuado en los genes. Bien mirado, hay muchos temas que a uno le alegran el día: que el Barça haya perdido con el Mallorca, que el PNV esté de los nervios, que, etc., etc. No obstante, eso sí, conviene pasar de refilón por las páginas de Economía. Por si acaso.