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EN EL FILO | CAYETANO GONZÁLEZ

El verdadero rostro del PNV

Publicado por
CAYETANO GONZÁLEZ
León

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LA REACCIÓN totalmente desaforada y abrupta que está teniendo la dirección del PNV ante la posibilidad de perder el poder en el País Vasco y de que el socialista Patxi López sea el próximo lehendakari, calificando este hecho democrático nada más y nada menos que de «golpe institucional», pone de manifiesto la auténtica naturaleza del partido fundado por Sabino Arana. El PNV sigue pensando que Euskadi le pertenece en exclusiva y ni entiende ni acepta la pluralidad existente en la sociedad vasca. Mucho menos entiende y acepta que dos partidos, el PSOE y el PP, a los que ellos tildan despectivamente como «españolistas» puedan mandarles a la oposición. Tan verdad es que el PNV ganó en votos y en escaños las elecciones celebradas el pasado domingo, como que no alcanzó la mayoría absoluta de 38 escaños a la que sin embargo si llega el PSE, con el apoyo del PP y, dependiendo lo que pase con un escaño en Alava tras el recuento del voto en el extranjero, de UPyD. En un régimen parlamentario las mayorías se conforman en torno a la capacidad de pactar y de sumar escaños, independientemente de cuál sea primera fuerza política. El problema que tiene el PNV es que tras veintinueve años en el poder ve que le ha llegado la hora de dejarlo, y eso siempre es duro. Sobre todo, cuando a lo largo de todo ese tiempo ha ido tejiendo una red clientelar en la que están colocados muchos militantes y cargos públicos, que de la noche a la mañana se van a quedar sin despacho, sin coche oficial y sin sueldo. Pero eso es la democracia y la capacidad que tienen los ciudadanos para poner y quitar gobiernos. Que haya un cambio de Gobierno en el País Vasco después de tres décadas mandando los mismos, parece que es bueno y saludable. Los ciudadanos vascos han respaldado en las urnas ese cambio, porque en definitiva el PSE, el PP y UPyD suman más escañ os que todos los partidos nacionalistas juntos. Ese cambio debería ser contemplado por todos con normalidad. Pero es que en Euskadi se ha vivido durante muchos años en una anormalidad democrática, como consecuencia, por una parte, de la violencia terrorista y por otra, de esa supuesta hegemonía política y social nacionalista que ha ocupado todos los resortes del poder.

Si al final Patxi López es investido lendakari tendrá por delante una tarea dura y difícil, no sólo por la propia situación del País Vasco, sino porque se enfrentará a un nacionalismo enrabietado, que tenderá a la radicalización y a la acumulación de fuerzas mediante la creación de un bloque soberanista para desalojar cuanto antes a quienes, según su mentalidad exclusivista, les han arrebatado el poder.