EL AULLIDO | LUIS ARTIGUE
Los profesores de instituto son héroes
¿NECESITAMOS que vuelva a estar de moda el esfuerzo? Sí, el caso del asesinato de Marta del Castillo del cual tanto eco se están haciendo los medios de comunicación, además de sobre la mala calidad de nuestra televisión, parecen hablar también del enclenque nivel juvenil de nuestro país. Y eso, unido a las cifras del informe Pisa, una vez más da que pensar acerca de la «eficacia» de nuestro actual sistema educativo. Así a uno le viene a la mente una encuesta publicada no hace mucho que situaba a los estudiantes de secundaria españoles, en lo que tiene que ver con lectura comprensiva, cálculo y cultura general, a la cola de occidente y por detrás de países como Corea. ¿De esos polvos estos lodos? Aparte de encuestas los informes que recientemente publicaba este periódico dicen que en España uno de cada cuatro estudiantes de la ESO aparca sus estudios antes de obtener el título. De hecho el nuestro es el país de Europa con la cifra más alta de abandono escolar, y en el mundo nos superan sólo naciones como México, Brasil y Turquía.
Visto lo visto el plan educativo de nuestro país, siempre en constante revisión , siempre sujeto a cambios cada vez que un nuevo gobierno llega al poder, acaso debiera ser tema clave necesitado de uno de esos pactos de estado. Si hay una lección que aprender de países como Finlandia, cuyos estudiantes están a la cabeza en el nivel educativo que reflejan los estudios y las encuestas, es que el plan general de estudios de un país ha de ser algo pensado, madurado y firme. Sí, la educación ha de estar por encima de los partidismos como la Constitución. Pero además y sobretodo, en ese momento vital crucial en el que los estudiantes están formando su personalidad y aspiraciones, necesitan ciertos referentes. Nada hay más dañino y más perverso para con la educación que las Operaciones Triunfo, que la cultura del pelotazo, que la preponderancia de lo fácil, que la mediocridad promocionada y la estupidez televisada.
Resulta innegable que se ha avanzado mucho en el nivel de escolarización, consiguiendo así, al parecer, la superación de ciertas desigualdades. Ahora todos los jóvenes tienen acceso a la educación pero caemos en el peligro educativo de igualar a todos por abajo. Acaso por eso la batalla pendiente radique en la calidad. Y será difícil atajar el problema de la calidad educativa y el de la violencia en las aulas sin acudir a las verdaderas raíces, a la preponderante cultura de la superficialidad, de la pose, de lo fácil. Sí, necesitamos mejorar la calidad de nuestros referentes sociales para poder mejorar la calidad de nuestra educación. Necesitamos que vuelva a cotizarse lo bueno; que sean las personas que descollan ética, estética e intelectualmente quienes salgan por televisión y opinen en las tertulias radiofónicas. Necesitamos más cultura y menos espectáculo. Vivimos también una crisis educativa, acaso espejo del momento de cambio de perfil que vive nuestra sociedad. De hecho los profesionales de la educación se quejan de no poder hacer su trabajo debido al desinterés y la violencia, y dos de cada diez profesores sufren el «síndrome del quemado», según informa el teléfono de defensor del profesor. ¿No tiene esto algo que ver con la corrupción inmobiliaria que nos invade, con las operaciones triunfo y la cultura del pelotaza? En mi opinión la actual atmósfera de la dispersión, del poco esfuerzo, del poco detenimiento, junto con el machista elogio audiovisual de la violencia, de la vanidad y del cotilleo, se unen al ejemplo de nuestros famosillos, políticos ramplones, constructores corruptos y demás familia para hacer cada vez más difícil la tarea de los educadores. Pero no podemos renunciar.