EL BAILE DEL AHORCADO | CRISTINA FANJUL
Cuestionables
DICE SARAMAGO que la Universidad es la última oportunidad de la sociedad para crear ciudadanos. A la vista de cómo funciona la de León, podríamos decir que la nuestra, nuestra sociedad, es una entelequia. Desde luego, no quiero hacer una enmienda a la totalidad. No sólo sería injusto sino simplista. En el campus de Vegazana trabajan muchísimos profesores que sí investigan, que sí dirigen tesis doctorales, que sí publican y que sí tratan de convertir a sus alumnos en expertos que lideren ese cambio estructural que necesita España. El problema es que son muchos también los que se dedican a pastorear de manera aldeana su parcelita de poder, ganada en muchos casos a través de un sistema endogámico que nos devuelve al sentido de «sindicato» que la universidad tuvo en su origen. Hace unos días, una amiga que lleva cuatro años tratando de comenzar su tesis doctoral se daba por vencida y decidía trasladar el expediente a otro campus. Lo curioso del caso es que los mismos que fueron incapaces de dirigírsela, se reunían en cónclave para conspirar de manera cobarde contra el catedrático que ha tomado el timón de la investigación. Entre las amables críticas que se vertieron contra él había lindezas como «cuestionable». Este catedrático tan cuestionable es uno de los investigadores más premiados de la universidad. Nada que ver con sus detractores de León, cuya función se ha limitado a impartir con desgana sus horas de clase. Llegará Bolonia y la competencia acabará con muchas de las titulaciones de la Universidad de Léon, deshabitadas de alumnos y de proyectos, vacías de resultados que les permitan competir en Europa. Cuando me imagino ese parlamento de sabios, pienso en Ignatius y en sus palabras sobre lo que necesitaba EE.UU.: teología y geometría, buen gusto y decencia. Pues eso.