EL AULLIDO | LUIS ARTIGUE
Fermín Cabal
EL TEATRO, según lo define Peter Brook, no es un arte sino una suma de artes, la mentira de la vida que se torna en verdad sobre las tablas, lo invisible hecho visible o el mundo a la altura de mis ojos, ceremonia, las pasiones humanas renovándonos espiritualmente porque suceden ahora, ahí, ante ti y el resto de espectadores con el poder regenerativo que posee lo directo, intenso, y ejemplarizante-¦ Ya lo escribió Adolfo Marsillach en sus memorias: droga dura el teatro, quien lo probó lo sabe.
Por eso resulta tan estimulante escuchar a los teatreros, y acaso uno de los dramaturgos actuales de más prestigio -Premio Mayte, Premio El Espectador, Premio de la Crítica, Premio Tirso de Molina-¦- es Fermín Cabal (Armunia, 1947), que esta semana será objeto de un homenaje por parte del Colegio Maristas Champagnat en su anual Día de las Letras Leonesas. Todo hombre de teatro es actor y personaje, como bien nos enseñó Stanislavski. Por eso podremos escuchar con gusto a este lector incansable con contagioso deje cómico el cual habla como un personaje de Moliere, y cuya vida narrada por él mismo parece una teleserie.
Pero en el origen está implícito el destino. Así la condición de teatrero de Fermín Cabal empezó a forjarse durante dictadura trabajando inicialmente como actor en el grupo Tábano. Aunque, espoleado por su pasión literaria, tuvo el debut como autor en 1978 cuando la Compañía Monumental de las Ventas puso en escena Tú estás loco, Briones: texto enloquecido y luminoso sobre un quijote moderno psicomedicado capaz de hacernos ver que un neuropsiquiátrico no es más que el mundo en miniatura.
En León no es suficientemente conocido éste, uno de nuestros más importantes escritores actuales, y por eso parece oportuno incidir en su impresionante curriculum de estrenos posteriores como El cisne (1978), ¿Fuiste a ver a la abuela? (1979), Sopa de mijo para cenar (1979), El preceptor (1980), Vade Retro (1982), Esta noche, gran velada (1983), Caballito del diablo (1985), Ello dispara (1990), Entre tinieblas (1992), Travesía (1993), Maldita cocina (1994), Malandanza de don Juan Martín (1985), Electra (1997), Medea (1998), Agripina (2002), Ni es cielo ni es azul (2003)-¦
En su literatura teatral, de gran rigor técnico, son constantes el apego crítico a la realidad, el humor y la catarsis final, y con cada una de sus obras nos aseguramos una vorágine de sentimientos que van desde la sorpresa a la ternura pasando por la angustia y, desde luego, la risa. Como bien ha señalado Eduardo Haro Teglen, la perplejidad que los personajes de Fermín Cabal sienten debido al choque de la ética humana contra un mundo hostil da la medida de su dignidad como entes de ficción. Igual que su conversación, su estilo aparenta no tener pretensiones salvo la de formar parte de esa luz de frivolidad que ilumina el aburrido mundo, pero en realidad cada texto suyo hace gala de una estructura equilibrada dominada por un inteligente sentido de la economía expresiva, rasgo éste que da buena cuenta de su condición de profesor de profesores de teatro (Universidad de Valladolid), y profesor de guión cinematográfico (Escuela de Cine de Pedro Almodóvar). Sin embargo una de sus obras que mayor impacto emocional ha producido en los espectadores de todos los países en los que se ha estrenado y reestrenado es Tejas verdes, un documento impactante sobre la represión de la dictatura de Pinochet contado por las mujeres, sólo en apariencia el lado frágil de la sociedad.
Como un Ulises cazurro Fermín Cabal, ojos como lentejas, pelo en retirada que le da cierto porte de senador romano, camisa por fuera, risa contagiosa de carraca nueva y un brillo de malicia que le ilumina el rostro, vuelve ahora sobre sus pasos. ¡Bienvenido! Todo empezó en León y todavía.