EN EL FILO | ESTHER ESTEBAN
La CCM y los silencios
ERA LA historia de una muerte anunciada, uno de esos malos presagios que hacían temer lo peor, como así ha sido. La situación de la Caja de Castilla-La Mancha era conocida por el Banco de España y por el sector financiero desde hace m eses. Se sabía que se habían dado créditos de alto riesgo sin medida ni control, que su equipo directivo había realizado una serie de apuestas temerarias que han salido mal, muy mal, pero aunque era un secreto a voces hubo demasiados silencios cómplices. Si de riesgos se trata y de muestra vale un botón, ahí está su participación del 25 por ciento en el aeropuerto de Ciudad Real, sus vínculos con la inmobiliaria Colonial o el préstamo de 100 millones de euros a Martinsa-Fadesa tres meses antes de suspender pagos. Se sabía, pero no se actuaba. Está claro que el presidente de la entidad, Juan Pedro Hernández Moltó, será ahora el cabeza de turco al que muchos querrán crucificar al amanecer para escurrir el bulto, pero no recaen en él todas las responsabilidades. Si las Cajas de Ahorro fueran entidades privadas no controladas por los partidos políticos, Miguel Ángel Ordóñez habría actuado mucho antes y si no se hiciera política partidista y miope con ellas las cosas no habrían llegado hasta este punto. El problema es que las cajas son el botín de guerra del partido ganador de las elecciones y la oposición suele sacar una buena tajada. Por eso, todos callan y, por lo tanto, otorgan. La Caja de Castilla-La Macha no es una entidad financiera más en esa región. Es una seña de identidad para esta tierra. Por eso, señor vicepresidente, esta intervención no es una decisión menor, ni un mero trámite. Tampoco tiene una importancia relativa como insiste el presidente Zapatero, en un intento de enmascarar la realidad, una táctica muy peligrosa que lejos de tranquilizar crea una desconfianza mayor sobre la salud de nuestro sistema financiero.
El desplome de la CCM es una cuestión importantísima para los ciudadanos de esa región que la han convertido en su banco de cabecera y por eso toda garantía de que sus ahorros no corren riesgo es poca. Sanéenla, límpienla, abran las puertas y las ventanas; sólo así, con control y transparencia, tranquilizarán a tantos y tantos ciudadanos que han confiado en ustedes y ahora se sienten defraudados. Si la CCM perdió cada día de marzo 18 millones de euros en depósitos está claro que se ha actuado tarde y mal y desde l uego no es la hora de los paños calientes o las componendas políticas. La opacidad es un mal remedio cuando se quieren curar grandes males.