Esto va para largo

ME LO REPETÍ uno de mis muchos maestros, al paso alegre de la crisis: «Esto va para largo, zagal». Y seguía su camino, permitiéndose todavía cederme de sus muchas sabidurías, sin duda alguna aquella que más falta me hacía...

Y, como corresponde a mi educación y buenas maneras, se lo agradecí de corazón, porque en este tiempo en el que padecemos se puede pasar necesidad y hasta infidelidades, pero no es permisible ceder educación y buenas maneras precisamente en un tiempo en el que por las dificultades que nos cercan, todo puede ser dispensado menos la vulgaridad del villano y su rincón.

Lo que sucede en esta cuestión tan grave como es una crisis de las dimensiones de la que engendra nuestro mecanismo de gobierno es que el ciudadano, sigue teniendo en la boca una pregunta para usted, señor.

Y éste no contesta. Se limita a exponer sus teorías de muchachito listo y considera que el personal, el público de la sala y de la calle queda convencido y complacido.

Y ni lo uno ni lo otro, porque por encima o por debajo de las palabras, de los discursos de partido y tente tieso está la realidad.

Dice el avisado señor Ministro de las industrias que se sugieren para salir de atascos: «En verano es conveniente no usar corbata, para ahorrar energías».

Y el tal genio de la raza, una vez expuesta su ideografía genial sigue pasando por taquilla.

En vista de lo cual, el mismo señor de los mandos, apunta hacia uno de los medios más seguros y fáciles para conseguir el equilibrio: Explica, sin alterar el semblante ni mover la oreja suprema por donde los hombres públicos consiguen el entendimiento. «Se hace indispensable tener en cuenta, a la hora del gasto que no obligado y racional es adquirir productos exclusivamente nacionales, abonando su importe en la moneda a la que estamos atados y bien atados: El euro».

Y ante este cuadro de operaciones indispensables para salir de pobres, surgen ideas tan luminosas como estas y nos echamos a dormir para comprobar si en vista de nuestra capacidad para la ficción y el sueño, se nos concede un puesto de trabajo o una ocupación medianamente oficial mediante la cual se nos asigne y consigne una remuneración segura y suficiente...

Porque los sabios del otro lado del mar, incluyendo a los que ahora giran alrededor de ese sol negro del Gran Mando del Mundo, adelantan que la regulación de empleo nacional no se nos dará por ninguna añadidura, dada nuestra condición de Pobres de solemnidad y tontines de capirote y que la desaceleración, que decía uno de los nuestros, va para largo y que posiblemente hasta el año 11 cuando menos no veremos la luz del sol ni la salida del túnel.

Y seguiremos viviendo de los residuos de la manipulación de las limosnerías que puedan permitirse los Organismos oficiales.

Porque la situación, dicho sea para no alarmar, se prolongará más de lo previsto por los brujos de la tribu y como declara el Buscón de Don Francisco, el abuelo de los dinamiteros, «Cuando el empreñado sale mal, hasta los bueyes abortan».

Y algo nos advierte que la sociedad española está de parto...