EN EL FILO | JULIA NAVARRO
Mi amigo
BARACK OBAMA ha calificado a José Luis Rodríguez Zapatero como «mi amigo» amén de unos cuantos elogios que han sido recibidos por el entorno del presidente como un regalo de los Reyes Magos. Vaya por delante que me parece que es un acierto que España normalice sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos, porque los desencuentros con un país amigo, al final, no benefician a nadie, pero de ahí a dar saltos de alegría porque el presidente Obama dice una frase estudiada de «mi amigo» al referirse al presidente Zapatero, pues que quieren, hay un abismo.
Zapatero que ha mantenido una política de independencia con respecto a Estados Unidos, no puede adoptar una actitud agradecida porque su homólogo norteamericano dice una frase de manual. Es lo que tiene la política, que uno se puede pasar, o quedarse corto, y a mí me parece que un viejo país como es España debe de tener buenas relaciones con Estados Unidos pero no una actitud ni agradecida ni subordinada. Dicho ésto me parece que la obamanía está adquiriendo tintes paletos en España y en el resto del mundo, y desde luego no se puede culpar a Obama por ello. Barack Obama sin duda es un político con carisma, con una importante capacidad para conectar con los ciudadanos y con un proyecto político incluyente, no excluyente, como el de su antecesor en la Casa Blanca. Obama parece apostar por el diálogo y la diplomacia para arreglar los problemas, ha optado también por parecer humilde y por tanto hacer parecer a su país humilde también, y eso sin duda gusta habida cuenta de la excesiva prepotencia mostrada por Estados Unidos en las últimas décadas.
De manera que yo misma me encuentro entre quienes tienen esperanzas de que Barack Obama sea capaz de dar un giro a la política internacional y hacer del planeta un lugar más habitable, pero dicho esto me niego a la paletería que supone la obamanía, sobre todo cuando se trata de mi país, y de las relaciones de nuestro presidente de Gobierno con el presidente estadounidense.
Cuentan los periodistas que han acompañado a Zapatero en éste intenso viaje, lo contentísimos que están los hombres del presidente por el trato que le ha dispensado a Obama y a mí lo único que se me ocurre decir es que ¡faltaría más¡ lo contrario habría sido inadmisible. De manera que no sean paletos y se deshagan en sonrisas porque Obama ha calificado a Zapatero de «mi amigo». Ni son amigos, ni tienen porque serlo, eso sí, a los dos les entra en el sueldo hacer políticas que favorezcan los intereses de los dos países a los que representan. Ni más ni menos.