Cazadores cazados

HACE UNOS DÍAS conocimos que el ex consejero de Medio Ambiente, Francisco Jambrina, fue pillado in fraganti por la Guardia Civil manejando un cepo ilegal en el que había caído atrapada un ave rapaz. Como consecuencia de ello, Jambrina ha sido denunciado por una infracción grave de la vigente Ley de Caza de Castilla y León, una ley precisamente aprobada durante la etapa en la que él fue consejero. Aunque sabido es que el desconocimiento de la norma no exime de su cumplimiento, supongo que en este caso el denunciado no alegará ignorancia de la ley.

El que fue consejero de Medio Ambiente no lleva una buena racha. Hace unos meses hubo de jubilarse como funcionario de la Junta para zafarse del expediente que le abrió la Consejería de Administración autonómica por ser titular de un huerto solar sin haber solicitado la preceptiva compatibilidad para ello. Por suerte para él, Jambrina es un político amortizado que ya no tiene mucho que perder, aunque todavía conserva algunos puestos dignos de estar mejor representados. Si todavía no ha dimitido después de este incidente, es miembro del Consejo de Caza de Castilla y León, además de consejero general de Caja Duero nombrado por las Cortes y patrono de la Fundación Villalar en representación del PP.

Otro cazador cazado es el alcalde de Salamanca, Julián Lanzarote. El que fue martillo de herejes contra la salida de fondos del Archivo de la Guerra Civil ha resultado ser un vulgar plagiador. Bien pensado el adjetivo vulgar no es el más adecuado, ya que, puestos a plagiar, el alcalde salmantino no se ha parado en barras y ha utilizado como propio parte de un discurso de la Corona. Con un par. Los párrafos intertextualizados corresponden nada menos que al discurso pronunciado por el Rey Don Juan Carlos con motivo de su proclamación en noviembre de 1975. Probablemente, Lanzarote no pensaba que 34 años después alguien iba a detectar un plagio así, por otra parte tan absurdo como zafio. Desde que se descubrió que, permaneciendo en situación de baja médica en la alcaldía, devengó el cobro de dietas -”incluso tres en una misma jornada-” por asistir a reuniones de Caja Duero, se sabía que el alcalde salmantino era un personaje sin muchos escrúpulos. Ahora se ha confirmado hasta donde llega su impostura.

Otro personaje que ha resultado cazado es el ya ex presidente de la Caja de Castilla La Mancha, Juan Pedro Hernández Moltó, el mismo que en 1992, siendo diputado socialista, fustigó sin piedad al entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, objeto de una cacería en la que también participó, ya es casualidad, Mariano Fernández Bermejo, en aquel tiempo fiscal jefe de Madrid. Ironías del destino: a las pocas semanas de la forzada dimisión de Bermejo, el Banco de España se ha visto obligado a destituir fulminantemente a Hernández Moltó. Aquel vehemente diputado («Míreme a la cara, señor Rubio-¦») que reclamaba transparencia y rigor en la gestión pública ha resultado ser un irresponsable manirroto que ha llevado al borde del abismo a la caja castellano-manchega.

Dicen que las escopetas las carga el diablo. Las hemerotecas, fonotecas y videotecas se cargan ellas solas día a día.