De Reyes

LA COPLA, la leyenda, la canción o la sonata asegura que León tuvo nada menos que veinticuatro reyes, antes que Castilla Leyes. Y a continuación el Padre Pérez de Urbel, un fraile de los del Valle de los Caídos, afirmó que no era para tanto, y que reyes, lo que se dice reyes duraderos y de prestigio, como sucede en todas las historias, solamente se conocen y se aceptan unos locos, dejando el resto para los historiadores de verdad o para los aficionados.

Pero desde la más tierna infancia de la historiografía leonesa, los reyes han jugado un papel importante y han merecido la atención de personajes tan interesados en el esclarecimiento de la realeza y sus peripecias, desde tiempos verdaderamente históricos; digo en León se entablaban lides para esclarecer algunos capítulos monárquicos no del todo claros. Y para eso estaban, con el fraile Urbiel, el penitenciario de la Catedral, Don Filemón de la Cuesta y el juez de las buenas causas, el maragato don Luis Alonso Luengo.

Y al final todos acordaron que para reyes los del Reino de León, que por cierto era un reino múltiple tan gallego como astur y por cuestión de amor interesado también castellano do Castella...

Los debates sobre la preponderancia de los reyes de León y sus expansiones se convirtieron en belicosos encuentros a los cuales asistía una copiosa y fervorosa multitud interesada, aficionada a la historia y se producían debates que no tenían nada que envidiar a los políticos.

Como resultado de esta condición de «leonesismos» anclados en el espíritu regional, se produjo un sedimento monárquico que perduró al cabo de los años y de los cambios hasta nuestros días, en los cuales surgieron de lo profundo paladines de tal magnitud que hasta estos tiempos en los que parece amenazar un derrumbe general se intenta establecer lo que llamaríamos arquitectura en piedra de los reyes del Viejo Reino.

Todo un poco confuso y mezclado con políticas emergentes y políticos ambiciosillos, pero ahí están, al alcance de la interpretación los adalides de la nueve promoción del sempiterno Viejo Reino.

Y como si con la consumación de este antiguo deseo histórico fuera prioritario en los estímulos actuales de la «leonesidad», nos disponemos a celebrar el aniversario o el centenario de cuando Don Ordoño andaba por estos mundos. Y frente a cualquier atracción cultural, política, religiosa o militar el Municipio se dispone a acreditar su condición monárquica y su singularidad histórica, sugiriendo la idea de conmemorar el año 2010 las Cortes Leonesas de 1188.

Y el atrabiliado y genial escritor Fernando Arrabal, pregunta, entre extrañado y curioso: «Pero ¿hay reino de León ahora?... Y don Javier Chamorro, segundo alcalde de la municipalidad, responde: «Nunca ha dejado de ser Reino, León, os que no son monarquistas son los leoneses que se pierden por los cerros de Úbeda.

Y de la crisis, ¿qué me dicen?

¡Que el pan y la leche por la calle y viva Pérez de Guzmán...!