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Publicado por
CHARO ZARZALEJOS
León

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PRIMERO ha sido el movimiento de Gobierno y ahora viene el impulso para afrontar, cuando menos, los próximos meses, que se presentan intensos y difíciles. El impulso lo quiere dar el presidente esta misma semana, con la reunión que él mismo va a presidir de los grupos parlamentarios del Congreso y del Senado, tan carentes de información como el común de los mortales sobre los motivos que han llevado al jefe del Ejecutivo a realizar el sustancial cambio de Gobierno. Tan sustancial que más parece un movimiento estratégico que una tradicional crisis de Gobierno.

El Ejecutivo tiene en cartera, nada menos, que quince proyectos de ley, pero carece de apoyo suficiente para poderlos llevar al Parlamento con la tranquilidad de otros tiempos. Los grupos pequeños, que es en quienes se ha venido apoyando el PSOE, se han puesto de canto. No se cierran en banda a un eventual apoyo, pero ya han enviado el mensaje: el apoyo para quien se lo trabaja. Y de eso se trata. De encontrar las fórmulas que concluyan con los acuerdos necesarios para que el Gobierno no se vea empantanado después de unas elecciones, las gallegas y vascas, que han resultado devastadoras para el Ejecutivo, pese a haber obtenido unos buenos resultados.

El sábado, se cumplió un año de la investidura de Zapatero. No imaginaban entonces que a un año vista, la situación iba a ser la que es. No calcularon que a CiU no se le olvidan las promesas no cumplidas, que el PP no se iba a partir en dos -o en tres-,o que el PNV, después de tanto colegueo, se iba a poner como un basilisco ante la expectativa de perder el poder. No calcularon, sobre todo, que este gran icono del nuevo socialismo que es Rodríguez Zapatero, iba a perder frescura en su discurso, que sus dotes para la magia tenían un tope.

Se avecinan semanas de intensa actividad política. Patxi López está en puertas de ser lendakari en un ambiente de enorme hostilidad por parte de los nacionalistas. Las elecciones europeas llaman a la puerta porque se dirimen en clave estrictamente doméstica. Con este panorama y las fuerzas mermadas es lógico que Zapatero quiera dar un impulso político a los suyos. Ha comprendido que los tiempos de gloria se han acabado.