EN EL FILO | CARLOS CARNICERO
Obama envida en Cuba
HAN SIDO necesarios cincuenta años y diez presidentes de Estados Unidos para que un estadista de este país dé cuenta del fracaso de la política hacia Cuba. Justo desde que Dwight D. Eisenhoower, en 1960, diseñara el desembarco en Bahía Cochinos o Playa Girón, que se llevó a cabo en el comienzo del mandato de John F. Kennedy, a cuyo fracaso estrepitoso sucedió un bloqueo económico y la «crisis de los misiles» -que puso a la Humanidad al borde del colapso nuclear- todos los esfuerzos realizados por el país más poderoso de la tierra para derrocar al régimen comunista de Castro han sido un fiasco.
Ahora, Barack Obama, en un golpe de audacia, ha levantado las restricciones que limitaban las visitas y la remesas de los cubanos residentes en Estados Unidos a sus familiares en Cuba. Ocurre además, con un sentido estratégico de la anticipación, en víspera de la Cumbre de las Américas, en donde la mayoría de los Estados miembros, capitaneados por el Brasil de Lula da Silva, iban a solicitar a EE.UU. gestos de distensión hacia Cuba. Ahora los papeles se pueden revertir y será necesario que el Gobierno de La Habana corresponda a la iniciativa de Obama.
La medida confirma el acierto de la política española de Rodríguez Zapatero con respecto a Cuba -tan criticada por el PP- como mentor del cambio de la posición común de la UE, que se había alineado con las tesis norteamericanas a impulsos del presidente Aznar en su época de entendimiento con George W. Bush. El acercamiento de Zapatero a Cuba ha sido el preludio de las medidas adoptadas por Obama. Ahora le toca al Gobierno cubano aceptar el reto que supone la invasión pacífica de ciudadanos cubano-americanos que llevarán dinero, información, medios electrónicos y experiencias democráticas a la isla, en un momento en que la crisis económica tenía a sus gobernantes en una situación de gran debilidad sin poder atender las demandas económicas más elementales.
En este sentido, las medidas adoptadas por Raúl Castro de formar un Gobierno de militares próximos y leales, es todo un síntoma de la necesidad que ha sentido el presidente cubano de contar con un equipo homogéneo y disciplinado para encarar las reformas que indudablemente traerán consigo este contagio con miles de ciudadanos norteamericanos y la llegada de importantes remesas de divisas que ahora carecerán de limitación. Sin duda es el primer paso del levantamiento del embargo o bloqueo económico de los Estados Unidos y una flexibilización del clima de confrontación que ha sido causa y a la vez justificación de la rigidez del sistema cubano.