la opinión del lector
Esos anuncios
Hace unos días algún mandamás de la publicidad mostraba su preocupación porque cada vez es más difícil conseguir que el público no cambie de cadena de televisión o de radio cuando empiezan los anuncios. Creo que son ellos los que tienen la culpa. Bueno, la verdad es que de poco sirve cambiar de emisora o de cadena, porque en lo único que se han puesto de acuerdo las emisoras, en esta guerra por retener la audiencia, es en coincidir todas a la hora de los anuncios. Menos mal que tenemos el mando a distancia. Yo procuro tenerlo siempre a mano; no bien empiezan los anuncios bajo el volumen al mínimo; no es ya por los anuncios en sí, —los hay muy buenos y entretenidos—, es por el aumento del sonido que automáticamente se produce desde que empieza el primer anuncio que, unido a la forma agresiva y vociferante de la mayoría de ellos, hace que uno se ponga de los nervios. ¿Qué consiguen con esto?, que quites el volumen o des al botón «mude» y te relajas durante los interminables minutos que dura la serie de anuncios. Otra cosa es la repetición de un mismo anuncio en la misma serie y no digamos con la modificación que últimamente han introducido: antes cuando salía uno poniendo debajo «patrocina esta serie o película» sabías que era el último y ya ponías el volumen operativo; ahora te encuentras con que te vuelven a poner los mismos que has visto hace unos minutos. En cuanto a la duración qué se puede decir; antes cuando salían los anuncios corrías al baño, la madre iba a dar una vuelta por la cocina, el padre abría el periódico; apenas si te daba tiempo; enseguida se oía; «¡Que ya empieza!». Y, hala, corriendo otra vez a disfrutar con aquellas películas, series, teatros, o grandes relatos que eran buenos de verdad. Hoy, cuando empiezan, te vas tranquilamente al baño a lo que sea; la madre puede hacer la comida tranquilamente; el padre repasa todo el periódico; los niños pueden tranquilamente jugar a la consola o como antes alguien decía «ir a la mili y volver». Todavía se oye «¿no empieza ya?». Señores anunciantes, publicitarios o como se llamen: ¿se dan cuenta de que son pocos los anuncios que de verdad tienen oportunidad de que su mensaje llegue al público? De qué les sirve patrocinar ésta o aquella serie, si la saturación, la reiteración, la agresividad, el volumen inutilizan el mensaje que quieren trasmitir. Háganlos más atrayentes, menos molestos; la gente lo tendrá en cuenta.