Diario de León

CANTO RODADO | ANA GAITERO

¡Agua va!

León

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AGUA que no has de beber, déjala correr. Pero el agua de León, la de la traída, la bebemos y la pagamos y es un recurso municipal de primer orden. El agua, ahora que el suelo está por los suelos, se ha convertido en la hipotética tabla de salvación del Ayuntamiento de León, que hace agua en sus endeudadas arcas como un buque roto por un peso inútil en alta mar.

Si la mitad del agua de León, de aquí a veinticinco años, nos salva o nos ahoga podría ser objeto de una investigación científica, pero lo cierto es que ya nadie entonces va a pedir cuentas a quienes ayer aprobaron en pleno las condiciones técnicas de la venta.

El alcalde de León sabe que la semiventa del agua -”que ya realizaron Ponferrada y San Andrés, con gobiernos del PP y del PSOE, no nos engañemos-” va a tener un coste político a corto plazo, pero ha hecho sus cálculos y cree que puede asumirlo.

Sus antecesores calcularon que era más rentable políticamente engordar la plantilla municipal con fieles seguidores y comprar (?) la casa de la caja de ahorros para darles cobijo. La ventaja de la clase política es que toman decisiones que afectan al rumbo de la vida ciudadana por muchos años, pero con la vista puesta en el corto plazo de las urnas. Y éstas tienen la ventaja de no renovarles el contrato. Ojo.

Más allá del debate de la privatización, que importa y mucho, ofende la errática estrategia de hacer aguas sobre la ciudadanía y sobre el servicio de aguas con argumentaciones peregrinas para justificar la venta: que si la gente no paga, que si las fuentes se van, que si... ¿Y si está tan mal por qué es rentable comprarla? Aparte de insultar al público pagador, ¿No espantarán a futuros compradores? Y si todo eso fuera verdad, sólo si lo fuera, ¿quién admite su incompetencia?

La decisión de vender el agua está tomada desde hace tiempo, desde mucho antes de que dimitiera, in extremis, Humildad Rodríguez. No había necesidad de salir a la puerta de la casa pública, nuestra casa, a gritar ¡agua va!, como antaño cuando no había traída, para echar la ponzoña sobre la ciudadanía.

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