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EL CORRO | PEDRO VICENTE

El ministro revelación

Publicado por
PEDRO VICENTE
León

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DESDE EL PRIMER momento se ha convertido en la revelación del remodelado Gobierno de Zapatero. Y no es ninguno de los dos nuevos vicepresidentes. Ni la señora Salgado, destinada a lidiar el morlaco de la crisis económica, ni el veterano Chaves, encargado ahora de pastorear el rebaño autonómico. La estrella emergente, quién lo iba a decir, es José Blanco, el ministro de Fomento, que es tanto como decir el gran capataz de la obra pública. Esto de colocar al frente del ministerio inversor por excelencia -”nada menos que cerca de 20.000 millones de euros al año-” al número dos del partido que gobierna no es nada nuevo. Ya lo hizo Áznar cuando nombró a Álvarez Cascos. La vinculación abona la sospecha acerca de un cierto propósito electoralista. Nadie mejor que el cocinero del partido para orientar el menú inversor hacia la clientela predilecta.Si a ello se añade el papel de azote de la oposición ejercido por Blanco en los cinco últimos años, lo normal es que el Partido Popular hubiera recibido de uñas al flamante ministro de Fomento. Sorprendentemente no ha sido así. El otrora Pepiño, como siempre le habían calificado con desdén los populares, ha pasado a ser el respetable señor Blanco. Y no sólo para ese verso suelto que ahora es Esperanza Aguirre, quien con tal de molestar a Rajoy es capaz de aliarse con el diablo. Es el conjunto del PP el que ha concedido al titular de Fomento un margen de confianza que no ha otorgado ni de lejos a Salgado y a Chaves.

Puede que la consideración de bestia negra que para el PP tenía Magdalena Álvarez haya influido en este cordial recibimiento a Blanco. En el caso concreto de la Junta de Castilla y León no hay ninguna duda de que ha sido así. La antecesora de Blanco pasó siempre del gobierno Herrera, hasta el punto de despreciar los fondos ofrecidos por la Junta para cofinanciar obras competencia exclusiva del ministerio.

El nuevo ministro de Fomento y el presidente de la Junta se disponen a poner fin a ese desencuentro. El primero quiere ahuyentar cualquier acusación de sectarismo y se ha propuesto cuidar especialmente las relaciones con las comunidades no gobernadas por el PSOE. El segundo sabe que todas las inversiones publicas que se realicen en Castilla y León, las ejecute la administración que las ejecute, si benefician a la comunidad, acaban redundando políticamente a favor de quien la gobierna. En esa confianza, la Junta actualiza estos días el extenso listado de proyectos del Ministerio de Fomento que afectan al territorio de Castilla y León y que se resumen en dos grandes bloques: extensión de la alta velocidad a las nueve capitales de provincia y agilización del paquete de autovías programadas en el Peit que configuran esa España diseñada en red con la que el Gobierno socialista pretende superar el viejo modelo de comunicación radial. (Al segundo bloque se añade la León-Braganza, que no figuraba en dicho plan). Los ineludibles compromisos del nuevo ministro con Galicia constituyen además un factor beneficioso para los intereses de Castilla y León, territorio puente por el que forzosamente ha de discurrir la llegada del AVE a Galicia, sin duda la primera prioridad que tiene interiorizada Blanco.

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