Tortura: manual de uso

PARA QUE EL SER humano tenga más motivos para sentir vergüenza biológica se han descatalogado -”gracias a Obama sean dadas-” los documentos que delatan las torturas de la CIA. Cuatro memorandos que recogen la más abyecta antología de la maldad, o sea, de la crueldad deliberada y programada, del sadismo y de la cobardía. Los métodos usados en las cárceles secretas acaban siendo públicos y ahora sabemos, con todo lujo de monstruosos detalles, las repulsivas técnicas que autorizaba Bush antes y después de irse a descansar allá en su rancho grande. En pocas cosas son tan unánimes los norteamericanos y los enemigos de Norteamérica como en considerar al ex presidente Bush como al más cretino y desalmado de los huéspedes de la Casa Blanca a lo largo de la historia. El hombre que tanto hablaba del «eje del mal» era el que lo sostenía. A la abrumadora necedad del ex se debe la desmesura de la esperanza que hemos depositado todos en Barack Obama. Le estamos pidiendo nada menos que arregle el mundo, ese «absurdo animado». Sólo por contraste y por su resuelta postura en búsqueda de soluciones, ya le están comparando con Washington y Lincoln. Evidentemente es algo prematuro. No en vano Shakespeare, que ponía bastante bien los adjetivos, le llama «engañosa» a la esperanza. ¿Qué puede pasar si este prometedor y valeroso líder no consigue contentar a todos? De nadie se espera más. Tampoco han sido nunca tan numerosos los que aguardan. Obama es el rey mago Baltasar y le están pidiendo que visite todos los balcones del planeta y que deposite regalos en todos los zapatos, incluso en el de los millones de seres humanos que están descalzos. ¡Ánimo, Obama, no puedes decepcionar a nadie!