CANTO RODADO | ANA GAITERO
Diezmados
ZAPATERO ha diezmado la representación leonesa en el Gobierno después de cortar en seco la carrera de la ya ex secretaria de Estado de Familias, Política Social y Discapacidad, Amparo Valcarce, desde ayer delegada del Gobierno en Madrid. Abrumado por la crisis, tejió un Gobierno salpicado de agradecimientos políticos: a Pepe Blanco, su mano derecha en el partido; a Chaves, flamante presidente del partido en edad de jubilarse; y Trinidad Jiménez, quien en su día le presentó a Felipe González, se sacrificó en una candidatura imposible en Madrid y viajaba por Iberoamérica en busca de mejor destino. Y llegó.
La ley de la dependencia, con sus aciertos y errores (la escasez de financiación y los errores de cálculo sobre la población afectada) sigue siendo una de las estrellas de la política social de Zapatero y la nueva ministra no estaba dispuesta a compartir el protagonismo de su rodaje, como tampoco lo estuvo Mercedes Cabrera, que firmó su último convenio en Castilla y León, en la tierra de Valcarce, sin la presencia de su secretaria de Estado. Sorprendente.
A sus fieles de León, ZP les ha dado un premio de consolación. Con la excepción de Rogelio Blanco, que ha sobrevivido a dos ministras y un ministro y que, sin mayores alharacas, no pierde la oportunidad para echar un capote a la provincia. Ignacio Robles se mantiene por ahora en el cargo en el Real Patronato de la Discapacidad. A Miguel Martínez le premió con el puesto que más ansiaba: presidente de Paradores. Y a Villalba con la Feve, que no es moco de pavo para un político amortizado en la oposición contra Herrera.
De ministro o ministra para abajo, Zapatero no se responsabiliza de los «daños colaterales». Más allá de los nombres y apellidos, interesa que León no se difumine en el horizonte de Zapatero y sus promesas no se pierdan en la nebulosa de la crisis. Pero quizá Zapatero ya se ha cansado de ser la única fuente que surta la gestión socialista en León, especialmente en la capital. Tendrán que espabilarse alcaldes, alcaldesas, parlamentarios y parlamentarias y empezar a hablar a la ciudadanía con voz propia.