BURRO AMENAZADO | PANCHO PURROY
Rutas
LAS 50 rutas por León, entregadas por el Diario, van a sugerir propuestas de caminatas y viajes en coche a la búsqueda de historia, arte, monumentos, fiestas, paisaje, geología, flora y fauna. La variedad de esta tierra, desde la Montaña a la Ribera y el Bierzo, da para centenares de propuestas, y cada uno, en su pueblo, podría sugerir más recorridos amenos.
No obstante, ninguna entidad se ha atrevido aún con diseño de rutas de depravación y heterodoxia. Hace unas temporadas, se armó la de Dios pues en un folleto turístico de la Junta de Castilla y León apareció un recorrido por puticlubs, con paradas recomendadas en famosos lenocinios como el Huracán de Benavente, el Latin Lover de León y la Trucha de Briviesca. Teniendo en cuenta los rasgos opusdeísticos de nuestro presidente autonómico, los autores fueron furibundamente reprendidos en cartera, cuerpo y alma por sus propuestas libidinosas.
Si me dejaran, ejecutaría una ruta grasienta, al estilo de la «Grease Road» de los camioneros de Estados Unidos, para parar en las gasolineras y chigres con churrascos, salchichas y hamburguesas grasientas, a módico precio. Otra muy interesante es la ruta del garrafón, garantía de pedo y horrorosa resaca en cuanto se ingieran un par de cubatas en pubs de camareras macizas, de mucho piercing, top y tatuajes, y bebidas alcohólicas falsificadas.
Sin necesidad de leer publicaciones, los amigos del colocón alucinógeno recorren en otoño la ruta de los bonguis, hongos de los prados húmedos donde pastan los caballos de Manitú y que extienden sus dominios desde el puerto de Foncebadón a las campas de Vegabaño. Para rojos en general, tendría muchos practicantes la ruta de los paseados, ignominiosa sucesión de enclaves donde yacen, deshonrados, fusilados por franquistas que no han dejado opciones de reconocimiento a su dignidad, en simas y cunetas que se extienden desde el Pozo Grajero al secano de Albires. Llevaría muchos claveles rojos para recordar su dignidad pisoteada.