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LA OPINIÓN DEL LECTOR

El pendón de San Isidoro y las cabezadas

GONZALO F. GONZÁLEZ-CAYÓNCOFRADÍA DEL MILAGROSO PENDÓN DE SAN ISIDORONos aprestamos a celebrar hoy, fiesta de San Isidoro, doctor universal de la Iglesia, uno de los pasajes de nuestra historia con más tradición de cuantos

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León

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EN ESTA LUMINOSA estación de la primavera, u na vez cumplidos los días penitenciales de la Semana Santa, es cuando en esta antigua ciudad de León, Corte de Reyes, nos aprestamos a celebrar, el domingo 26 de Abril, festividad de San Isidoro, doctor universal de la Iglesia, uno de los pasajes de nuestra historia con más tradición, de todos los que conservamos.

Siendo Rey de León Fernando II, remontándonos a 1.158, año de una sequía dura y recalcitrante en estas tierras, los leoneses, el pueblo llano, « que confiaba plenamente en San Isidoro, desde lo del Milagro del Pendón, en la toma de Baeza, 11 años antes », pidió al Cabildo de la Colegiata, sacar en rogativa hasta Trobajo del Camino, donde luego se levantó la ermita de San Isidro del Monte, el arca de plata que contiene las reliquias del Santo Isidoro, a fin de invocarle sus favores, para que las nubes se abrieran y regaran, con su necesaria lluvia, los páramos leoneses.

Está escrito en los antiguos legajos, que allí obró el milagro San Isidoro. La lluvia fecundó la tierra, durante varios días, alegrando a todo pueblo leonés.

Pero aún no había acabado la historia. Cuando quisieron volver a coger el arca del Santo, para devolverla a su iglesia, se había vuelto tan pesada, que ni los presbíteros que la habían pujado, ni ninguno de los labriegos mas fornidos, podían con ella.

Después de unos días de penitencia de la Infanta Doña Sancha, al lado del arca santa y del « juramento solemne del pueblo de León de nunca más sacar el cuerpo santo de su iglesia, si él tuviera por bien de ser tornado a ella, así como la promesa para cada año, para siempre jamás, de cierto censo a San Isidoro », cuatro niños devolvieron el arca a la Colegiata, sin el menor esfuerzo, como si se tratase de una pluma.

Y desde aquí arranca la tradición.

El Corregimiento de la ciudad, hoy Corporación Municipal, viene desde entonces haciendo efectivo ese « censo », o foro, consistente en un cirio de « arroba bien cumplida » y dos hachones de cera, que ofrece al Santo, entregándoselos al Cabildo Capitular en este sencillo, pero emotivo acto. Hasta aquí todo «miel sobre hojuelas». Pero hay una disputa no resuelta en casi nueve siglos. El síndico municipal, que representa al Ayuntamiento, defiende hasta la saciedad que ellos van a la Colegiata a entregar una « oferta » u « ofrenda » de forma libre y voluntaria, nunca considerada como una obligación.

Y recibe la debida contestación por parte del canónigo que representa al Cabildo, que de forma enérgica le repite, hasta por tres veces, que el Capitular lo recibe como un «foro» o «voto», es decir como una obligación secular del pueblo de León hacia su Santo Isidoro.

La discusión queda siempre en tablas. Y seguirá quedando por los siglos. Por eso sigue siendo una tradición histórica. De todo esto han sido testigos, desde siempre, las Damas y los Caballeros Cofrades de la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón se San Isidoro, conocido popularmente como Pendón de Baeza. Esta Orden de Caballería fue fundada por el Emperador Alfonso VII, junto con los Obispos, Nobles y Militares, en la toma de la ciudad jienense de Baeza, en 1.147, siendo apoyadas espiritualmente las tropas leonesas, en el campo de batalla, por San Isidoro.

La Cofradía del Milagroso Pendón había perdido en 1.157 a su fundador, el Emperador, pero su hijo, el rey Fernando II y especialmente la Infanta Dña. Sancha, hermana y tía respectivamente de ambos, darían un fuerte apoyo e impulso a esta Orden, en su custodia y defensa de la figura de San Isidoro y su Real Pendón, escoltándolo, así como al Cabildo Capitular en este entrañable y popular acto desde su instauración en 1.158. Hasta en tiempos difíciles, durante la II República, en 1931, en que la Corporación se desentendió de su visita a San Isidoro, « enviando el cirio y los hachones en un saco viejo » un grupo de miembros de la Cofradía, organizados en una asociación civil denominada «Grupo de Tradiciones Leonesas» se encargó de protocolarizar el acto en nombre del pueblo de León, ya que su Ayuntamiento no había cumplido su « obligación ».

Es de destacar que ente acto, se pueden contemplar las dos enseñas más históricas del viejo Reino de León, junto con la Bandera de la Batalla de Clavijo, que se conserva en Astorga; es decir, el Pendón Real escoltado por la Corporación Municipal y el Pendón de San Isidoro enarbolado por su Cofradía y acompañado por el Cabildo Capitular. El acto acaba en despedida, después de la solemne misa, con las «Cabezadas», que dan nombre popular a la celebración. El alcalde y los munícipes, mediante un golpe con el bastón de mando, hacen ostensibles reverencias en tres posiciones diferentes, que son contestadas por lo canónigos también con un leve saludo. En la tercera despedida, el Abad del cabildo, al pie de la escalera, según dice la tradición, levanta muy levemente el pie derecho « como signo de querer marchar con la Corporación », pero inmediatamente levanta, también levemente, el pie izquierdo pensando « foro u oferta, es igual lo que digáis, el año que viene tenéis la obligación de volver ». El Ayuntamiento en «forma de ciudad», con maceros, guardia en gran gala y banda de música se aleja co n los sones del Himno de León, con el deber cumplido, hasta el próximo año.