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LA VELETA | CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE

Catedráticas sin título

Publicado por
CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE
León

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ME PARECE una de las cosas más sensatas que le he escuchado a este Gobierno desde que empezó la crisis: la idea de la vicepresidenta De la Vega de facilitar a los colectivos, prioritariamente de mujeres, que cuidan, casi siempre «en b», a las personas dependientes en nuestro país, una titulación académica que les permita encontrar un puesto de trabajo regulado en el cuidado de ancianos, discapacitados y niños pequeños con arreglo a lo dispuesto en la ley de Dependencia y la educación de cero a tres años, no es más que anteponer la experiencia al estudio. Normalmente ocurre al revés, que primero es el estudio y después el aprendizaje del «oficio», al ser los estudiantes gente muy joven y habitualmente sin las responsabilidades familiares a su cargo que proporcionan la experiencia. Pero ambas cualificaciones tienen que ir de la mano para conformar un buen profesional o una buena profesional, como es el caso. Y que nuestras madres y abuelas son «catedráticas» en la ciencia de cuidar gratis al total de los miembros más débiles de la familia, no hay quien lo niegue.

Hasta la reciente llegada masiva de inmigrantes, relevándose de madres a hijas durante generaciones, muchísimas mujeres españolas de entre cincuenta y sesenta años han tenido que dejar de trabajar fuera de casa -si es que alguna vez llegaron a hacerlo- para cuidar de los miembros dependientes de la familia, aparcando o renunciando a vivir su propia vida o al menos unos años preciosos, en la mayoría de los casos por amor, otras porque se entendía que esa era una obligación femenina. La ley de Dependencia es la primera de la historia de España que pretende darle la vuelta a esta realidad tan silenciada como conocida, con todos sus defectos y aunque todavía esté dando sus primeros y mejorables pasos.

Lo cual remite al centro del problema: en España el verdadero Estado de Bienestar es la familia, y su soporte la sufrida ama de casa, una mujer que no cobra nada a cambio de darlo todo. Facilitarles un título que complemente la formación académica que les falta y facilite su inserción en el amplio y prometedor mercado laboral de la dependencia, primero es de justicia, y además garantiza la entrada en este delicadísimo y complejo sector de verdaderas «profesionales» altísimamente cualificadas que merecen, además de las gracias, un sueldo.

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