La receta

MIENTRAS la mitad de los españoles debaten la duración de la crisis económica, poniéndole fecha, pero sin contar con ella, y la otra mitad cree que no saldremos nunca, hay un español egregio que conoce los caminos de salida. Don José María Aznar, que asegura no estar en la política, dice que sabe los itinerarios políticos que hay que seguir. ¿Cómo dudar del que fuera presidente? Mostró su eficacia durante un tiempo en lo que no todo fue fácil y ahora, cuando ya no es el dueño de las llaves del poder, sigue siendo el dueño del secreto. No sólo sabe cómo salir de la crisis, sino que presume de que con él en el Gobierno no se hubiera producido. ¿Por qué es tan egoísta y no nos lo cuenta? Lo sabios tienen la obligación moral de compartir sus conocimientos.

Lástima que haya decidido hacer público su secreto en un libro, olvidando el consejo de un ilustre antecesor suyo en el cargo, que estaba convencido de que para mantener un secreto en España la mejor manera es publicarlo en un libro. La palabra «egoísmo» es la que peor se aplica. ¿Quién no tiene un excesivo e inmoderado amor por sí mismo, por mucha moderación que muestre? Pero no todo el mundo sería capaz de incendiar la casa del vecino para freírse un huevo, ni todo el mundo trama escribir un libro de memorias con el título «Mi ego y yo». En todo hay grados. El ex presidente, que ha cultivado amistades peligrosas, que le hicieron echar los pies por alto, debiera ser generoso y darnos a todos la receta para salir del atolladero que ha hecho que España genere en un año la mitad del paro de Europa. ¡Hable, por favor, señor ex! De lo contrario, se puede convertir en una esfinge con secreto, pero sin bigote.