El ayer es el mañana

ES CIERTO que, en un primer momento, el gusto por lo tradicional suele venir acompañado de un fuerte componente, digamos, estético. Romántico. No sabemos muy bien por qué, pero nos gusta mucho lo de antes: las casas, el paisaje cultural, el acento-¦ Es la nostalgia de lo perdido (o, más que de lo perdido, de lo que cambia constantemente, que a fin de cuentas es todo en esta vida), y que no deja de ser una cosa como muy burguesa, un ver los toros desde la barrera, algo de nuevos ricos que se visten de labriegos para hacerse la foto pero sin mancharse ni la punta de las galochas.

El cambio, la ruptura que trajo consigo la Revolución Industrial, debió de ser tan brutal que el hombre -”todavía hoy-” no acaba de adaptarse a la nueva situación y necesita reactualizar, una y otra vez, el rito de la identidad perdida, el mito de la Edad de Oro. Y dentro de este comportamiento -”general hoy día en prácticamente todos los continentes-”, dentro este freno subconsciente al vértigo de la globalización, se inscribe todo un abanico de fenómenos que van desde el auge del folk al fortalecimiento de los nacionalismos, así como la querencia por cualquier etiqueta donde aparezcan las palabras artesanal, integral o natural.

Pero hay más. Ciertamente la visión fanática de las particularidades, sean éstas reales o ficticias, simbólicas, comporta resultados muy negativos, pero no así una visión honesta, razonada, científica incluso: y así, lo que hoy se llama «arquitectura biológica» no es sino, en gran parte, construir con materiales del entorno, biodegradables, es decir, lo que vinieron haciendo desde tiempo inmemorial nuestros mayores. La «agricultura y ganadería biológicas» pasan por emplear fertilizantes naturales (el abono, el cuitu de toda la vida) y por aunar de manera enriquecedora el elemento animal con el vegetal (los pijos lo llamarían sinergia ), huyendo de los monocultivos que agotan el campo y de las «fábricas» de carne en serie. Lo que aquí se hizo toda la vida, vamos. Precisamente eso es el futuro. Nos va la salud en ello. Y la vida.