Restoranes

ESPAÑA ESTÁ de moda entre los picofinos como país que reúne las mejores casas de comida del mundo, sea el Bulli de la famosísima estrella Ferrán Adriá, Arzak, Mugarritz, el Racó de la Olla u otros papeaderos para bolsillos calientes y comensales ávidos de cocina molecular.

Ha surgido la polémica de si es más interesante probar platitos de autor, tipo espuma de erizo de mar con aroma de trufa negra de la Toscana y filamentos de lechuga pelágica del Mar de los Sargazos, o dedicarse a abundantes raciones de fogón tradicional, sean de fabada asturiana, cocido maragato, olla podrida, callos a la madrileña, lacón con grelos, paella, trucha a la navarra, ajoarriero o chuletón de buey a la parrilla. Dada mi condición de cateto primitivo y tripero, me apunto a la segunda opción, acompañada de buen vino de bodega, sin sacudida de la cartera por ingerir caldos de diseño bendecidos por enólogos y sumillers de jerga amariconada por coloración de violeta de genciana, efluvios de eneldo, atisbo de esencia de arándano y retrogusto a frutillos de bosque cantábrico recorrido por el oso pardo..

En Estados Unidos, la revista Gourmet ha dado un premio especial a Chez Panisse, comedor de California, en Berkeley, regentado por la señora Alice Waters. Esta dama no ofrece un menú fijo sino que prepara los alimentos frescos que cada día compra en el mercado, tras decantarse por productos biológicos de los granjeros locales, precisamente los de mejor sabor y salud.

Las actividades de la señora Aguas también alcanzan a los niños, tras poner en marcha la Escuela de Comestibles, en la que fomenta que la juventud acuda a las tiendas en busca de productos frescos y los cocine con sencillez, forma estupenda de no caer en la obesidad que agarra a los devoradores de comida basura.

El debate ambiental y culinario ha producido el movimiento Slow Food, de Comida Lenta, paradigma de aprovechar las frutas, vegetales, carnes y pescados locales, de máximo aroma y calidad.