Diario de León

CRÓNICA SEMANAL | MANUEL CAMPO VIDAL

Sarkozy, antídoto contra la crisis

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MANUEL CAMPO VIDAL
León

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LE BASTARON unos minutos de discurso para que cayeran todos rendidos a sus pies de gran comunicador, de estadista, de amigo y vecino leal. Nicolás Sarkozy, el hijo del emigrante centroeuropeo a París, subió a la tribuna de las Cortes en una sesión conjunta Congreso-Senado y acabó con cualquier expectativa de ETA en territorio francés. Pero, además, derribó la muralla de los Pirineos con el compromiso de que en un futuro no muy lejano ninguna ciudad francesa de importancia esté a más de tres horas de España. Citó la conexión Lyon -Barcelona a inaugurar en 2012 y aplaudieron a rabiar hasta los operarios de la tuneladora que a la salida de la capital catalana ya ha recorrido tres kilómetros camino de la frontera. Aplaudieron todos menos el republicano Joan Tardá que quién sabe lo que pasaba por su cabeza durante aquel éxtasis colectivo.

«Es un gran día. Estoy impresionado con su intervención», admitía Javier Rojo, presidente del Senado. «Nunca habíamos visto desde la tribuna un discurso tan comprometido y tan bien expresado», coincidían varios periodistas parlamentarios. Durante veinte minutos hasta Carla Bruni desapareció de las portadas mentales de esta visita de estado. Visita de estado trufada con algún cotilleo que realimentaron algunos periódicos, que pasan por serios, con fotos por la espalda de madame Bruni y doña Letizia.

Como atenuante de la crisis pavorosa que nos afecta, debería programarse una visita así todas las semanas para distraer las preocupaciones al menos un par de días. Porque fue marcharse Sarkozy y volver a las malas noticias, que si caída del PIB en el primer trimestre, que si cuatro millones de parados según la Encuesta de Población Activa, que si eres por todas partes-¦ Cuatro millones de preocupaciones aunque en las cuentas del ministro Celestino Corbacho, que dará a conocer el martes su secretaria general Maravillas Rojo, tardaremos aún un poco en llegar a esa cifra mazazo. Una cosa es la EPA y otra el paro registrado.

Frente a ese aluvión de malas noticias, nos queda el antídoto de marca de Sarkozy y el optimismo a granel de Zapatero. «No comprendo sinceramente en qué se puede basar para decir que lo peor ya está pasando y que comenzaremos a remontar en breve», confiesa un secretario regional socialista del norte de España. El joven político se estremece con el riesgo que toma el presidente al hacer esas declaraciones que, eso sí, sirven para combatir el pesimismo generalizado y las declaraciones un tanto cenizas de personalidades del mundo económico y financiero. Están las cosas muy mal pero recrearse en su descripción y en augurios peores no parece la mejor contribución para superarlas. Hay crisis financiera internacional y también de la economía española pero por lo menos no agravemos la psicológica.

Entretanto se acercan las elecciones europeas con la novedad de la reaparición de Aznar. Primero con la fotografía de su primer gobierno que los más próximos a Mariano Rajoy no hubieran recomendado en ningún caso. «Conseguimos distanciarnos de aquella imagen de dependencia de Aznar y volvemos a ella por una iniciativa que tiene lecturas nada positivas para nosotros», estiman. Después, esas declaraciones a El Semanal, el dominical de mayor circulación en España, asegurando que «yo si sé cómo salir de la crisis». O sea, no su partido, lo que hubiera sido una contribución electoral a la marca, sino él personalmente. Los analistas políticos están pendientes ahora de sus apariciones en la campaña electoral pero siempre hay quien elucubra sobre sus deseos íntimos de volver aprovechando el caos económico.

Lo que sí servirá internamente la programación de la campaña es para medir el grado de aceptación de los líderes. «No nos piden a Magdalena Álvarez para mítines», admiten en el PSOE, a pesar de que la fuerza militante de la Federación Andaluza la ha colocado en el número tres de la candidatura después de López Aguilar y Ramón Jáuregui. En el PP tampoco reclaman demasiado en provincias a Esperanza Aguirre a diferencia de lo que sucede con Alberto Ruiz Gallardón. No se pierdan la clasificación final porque ahí hay pistas sobre el futuro.

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