EL BAILE DEL AHORCADO | CRISTINA FANJUL
Carroñeros
DECÍA Teddy Bautista, mandamás piensamenos de ese grupo de adoradores del becerro de oro, que la Sgae no es una oenegé. A estas alturas ya ha quedado muy claro que los problemas de los más desfavorecidos son para ellos poco más que un conductor hacia la placidez del sueño, que su pretendida solidaridad no es sino un perfume con el que esconder el olor de la iniquidad. Su escuálida calidad intelectual les llevó a pedir el impuesto revolucionario a unos padres que tratan de burlar el plazo de la muerte. Dicen que no es la primera vez, que ya en otra ocasión desvelaron el raquitismo de su dignidad ante un festival de parecidos fines benéficos. El problema no son ellos. Soy de las que creen que la solidaridad debe ser algo individual; que la bondad nunca debe legislarse porque siempre conduce al Gulag, pero ellos... Ellos se travisten con el disfraz de la caridad impuesta por ley, con lo que todo este carnaval de obscenidad moral resulta aún más abyecto. Son profesionales del agitpro y llevan cinco años cobrándose los servicios prestados, creciéndose hasta el punto de pensar que tienen también el copyright de la decencia. Y es que estos progresistas -”carroñeros de las vísceras enfermas de un Prometeo infantil-” han conseguido que el Gobierno decrete que todos somos delincuentes. Ya ven, tanto luchar por la presunción de inocencia para acabar en un estado policial, en el que lo que se presume es la intención. El comportamiento de estos teddys recuerda al de Harry Lime a los pies de la noria de Viena, ya saben: «-”Nadie piensa en términos de seres humanos. Los gobiernos no lo hacen. ¿Por qué habría de hacerlo yo? Los gobiernos piensan en términos del pueblo y del proletariado. Yo de los tontos y los peleles. Ellos tienen sus planes quinquenales. Yo también»... Que se replenteen cuáles son los suyos.