HISTORIAS DEL REINO | MARGARITA TORRES
Pollos aritméticos a Bruselas
NOS CUENTAN los sesudos investigadores italianos que los pollos nacen con la capacidad aritmética innata, igual que los escarabajos, aunque desconocemos si en su variante pelot ero, que es tan nuestra, o en la común. Al parecer, apenas roto el cascarón, basta con aislarles unos dos días en jaulas rodeadas de huevos kínder para que estos dichanacheros animalillos aprendan el 2+2, y sepan distinguir dónde se encuentra la tajada más beneficiosa para su haber polluelo.
León cuenta con granjas avícolas suficientes como para hacer en alguna un «brain storming» de cerebros gallináceos, en el que se debata y se valoren distintas propuestas para solucionar esto del campo de nuestra provincia que, a fe de leonesa, cada vez huele peor y más podrido, y no por culpa del cucho precisamente. Europa, que tanto nos quiere cuando se metamorfosea en langostino a la plancha en nuestras playas, ahora ha decidido reconsiderar las ayudas al desarrollo rural, un verdadero puñetazo en el corazón leonés. Entre sus propuestas, tan majos ellos, pretenden eliminar el criterio de la despoblación como factor generador de mimo dineril. Quieren que aquí nos las arreglemos solos y si ahora paz, después gloria. Pero gloria eterna, de ésa que uno ve al palmarla y mientras te recogen los ángeles para ofrecerte nuevo destino: en nuestro caso, sin duda y gracias a Bruselas, será el infierno.
Muertos y condenados aún pretenden que agachemos la cabeza y digamos mu, o be, u oig, o pio-pio, con o sin huevo kínder, porque a lo que parece los ganaderos y agricultores leoneses deben aceptar que, después de las banderillas, Europa entra a matar y ejecuta como el torero cegarato, que necesita de varias puntillas para darle el requiescat al animal. Como animales nos tratan, pero de matadero, sin posibilidad de protestar, o de agarrotar franceses igual que hicimos con cariño fraternal en tantas ocasiones pasadas. Porque, no se engañen, estas medidas benefician a la dulce tierra de la tricolor, la misma que diseñó a su imagen y semejanza las medidas comunitarias que convertirían a sus gentes del campo en potentados y a los nuestros los dejarían mirand o a Cuenca y sodomizados. Por si no bastase tanto desatino, la población que reside en el sector rural leonés ni siquiera dispone de suficientes accesos a las redes sociales mínimas, lo que favorece el principio de exclusión y deja como habitantes a los mayores de 65 años que llevan toda la vida en el campo. En definitiva nadie, salvo los propios agricultores y ganaderos, mira por ellos más allá de la rueda de prensa repleta de papeles y perifrásticas activas en discurso preparado. Y luego, ¿qué hacemos con las vacas o el sembrado?
Desde el Ministerio, pero sobre todo desde la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León, la de la inefable Silvia Clemente, deberían no ya de presionar, sino de amenazar con un M-16 apuntando a la cabeza de Bruselas para que España no consienta estas medidas, que matarán definitivamente a León, a Zamora, a Palencia. Si e ntre tanto asesor nadie aporta solución convincente, que se lo pregunten a los pollos kínder, a lo mejor hasta encuentran sorpresa dentro.