BURRO AMENAZADO | PANCHO PURROY
Georgina Primavera
LA ACUICULTURA es la responsable de producir más de un tercio de los pescados y mariscos que se consumen en el mundo. Las lubinas y doradas que engordan en los esteros de la bahía de Cádiz, los mejillones y rodaballos producidos en las rías gallegas y la serie de langostinos y gambones que proceden de los criaderos tropicales, desde Ecuador y el Caribe hasta Indonesia y Filipinas, han entrado a saco en el mercado y las cocinas. La crianza va en aumento, pues, en los años setenta, solo suponía menos de un diez por ciento del comercio piscícola.
El problema de las camaroneras del trópico es que se han construido a costa de los manglares costeros, en vías de deforestación feroz. Así como los corales tienen muy buena prensa, por sus aguas transparentes, sede de barreras y atolones repletos de peces de colores y turistas buceadores, los manglares parecen más asquerosos, llenos de chupones de raíces en la zona de mareas, aguas barrosas, cangrejos amenazantes y nubes de mosquitos. Sin embargo, el manglar es un bosque costero vital, una gigantesca esponja que absorbe y depura los vertidos, un criadero de alevines y la barrera física que detiene el oleaje de tifones y tsunamis defendiendo a los pueblos del litoral.
La confrontación entre producir langostinos tigre y mantener manglares tiene como persona clave a Georgina Primavera, científica filipina del Centro de Desarrollo de Pesquerías del Sudeste Asiático. Su receta para las camaroneras es simple: hay que mantener una extensión cuatro veces mayor de bosques de mangle que de piscinas de acuicultura. De esta manera, las arboledas depuran el océano y defienden la costa de los temporales, además de conservar la diversidad vital, y los criaderos de crustáceos aportan buena economía a la zona. Ninguna depuradora filtra los residuos de las camaroneras como los laberintos de raíces y troncos semisumergidos del manglar. La señorita Primavera ha ganado merecida fama de productora verde de marisco.