EL CORRO | PEDRO VICENTE
Condenadas a entenderse
DESPUÉS de un tiempo de tanteo, Caja España y Caja Duero han decidido explorar conjuntamente el camino hacia un acuerdo de integración o consolidación de las dos principales entidades de ahorro en Castilla y León. Previa firma de un protocolo de confidencialidad, ambas Cajas se dejarán ver las tripas por un auditor independiente, el mismo que, una vez examinados ambos pacientes y establecido su diagnóstico, propondrá la terapia más adecuada para garantizar su salud. Hasta que se prescriba el tratamiento transcurrirán unos meses que no van a ser nada favorables para unos cuerpos aquejados de una febril morosidad que amenaza seriamente sus constantes vitales.
Probablemente la decisión de acudir juntos a la consulta y encomendarse, cual siameses, a una misma terapia, no sea la opción ideal, pero a estas alturas parece que es la única posible. El informe encargado hace unos meses por Caja España a la consultora Deloitte advertía de los inconvenientes de este acuerdo a dos, entre otros la excesiva concentración del negocio en el sector inmobiliario, el incremento del índice de morosidad y la elevada concurrencia de oficinas. Desde el punto de vista de las sinergias dicho informe veía con mejores ojos los posibles acuerdos por separado con cajas de otras comunidades o, en su defecto, una operación ampliada a las demás cajas de Castilla y León.
Hay que aclarar que ni Caja España ni Caja Duero han excluido a las otras cuatro cajas del proceso que ahora se inicia. Caja Burgos, Caja Ávila, Caja Segovia y Caja Círculo han decidido permanecer al margen, sin que por cierto se hayan molestado en explicar que otras alternativas contemplan. Y en cuanto a las posibles alianzas interregionales, la férrea oposición manifestada por la Junta ha obligado a posponer dicha opción, supeditándola, en todo caso, al acuerdo previo entre las dos primeras cajas de la comunidad.
La presión ejercida desde el Banco de España, que por nada del mundo quiere encontrarse con otra situación como la de la Caja de Castilla La Mancha, el veto de la Junta a los acuerdos interregionales y el pasotismo de las otras cuatro cajas ha dejado como única alternativa sobre la mesa el acuerdo entre Caja España y Caja Duero. Como se ha apuntado antes, no era sobre el papel la opción ideal, pero hoy por hoy es la única posible. Y están condenadas a entenderse.
Tras el lamentable guirigay montado este último año alrededor del futuro de las cajas de Castilla y León, Caja España y Caja Duero, han asumido la responsabilidad de emprender un camino común. Está en juego su viabilidad y con ella el mantenimiento de la obra social, que a la postre es el fin que justifica la existencia de las cajas y su hecho diferencial respecto a la banca privada. Y llegados a este punto, resulta imprescindible para la buena marcha del negocio que la clase política sea capaz por una vez de estar a la altura de las circunstancias. ¿Serán capaces los políticos, tanto los que están dentro de las cajas como a los que opinan desde fuera, de abstenerse de más polémicas estériles y dejar trabajar con sosiego y discreción a los expertos financieros? Esperemos.