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Leones con bufanda

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VICTORIA LAFORA
León

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MIENTRAS en el hemiciclo los grupos pequeños vivían su momento cumbre, su oportunidad de tener un cara a cara con Zapatero, los nacionalistas vascos y catalanes miraban el reloj y advertían por los pasillo a José Bono que no prolongara mucho el tema porque tenían que llegar a la cita «fundamental». Querían llegar al sillón de su casa a tiempo para el partido del año. Nadie escuchaba a la representante Canaria desgranando los problemas del archipiélago y consiguiendo de Zapatero una reducción de las tasas aeroportuarias. Tampoco tenía público Rosa Diez, que compitió en dureza formal con el PP en sus críticas al Gobierno, dispuesta a convertirse en la alternativa de Rajoy como líder de la oposición.

La solitaria representante de UPYD acusó al Gobierno de falta de voluntad y liderazgo y de importarle más los votos que los puestos de trabajo; « si no es capaz de gobernar deje a los españoles decidir». Pidió lo que no se atrevió el PP: un adelanto electoral. Pero el resto de los grupos seguía ajeno a su diatriba y los diputados del PNV preferían subirse a los leones del Congreso para ponerles una bandera del Athletic de Bilbao. Un sonriente Erkoreka abandonaba su «¿Quo vadis?» para adornarse con la bufanda roji-blanca. El pique llegó a las filas socialistas que a duras penas aguantaban en sus escaños la soporífera intervención de su portavoz José Antonio Alonso. Se propuso que la ministra Chacón vistiera la camiseta del Barcelona y el emergente Madina la del equipo bilbaíno. El pleno languidecía, los escaños se vaciaban disimuladamente cuando el portavoz de Convergencia y Unió, Duran Lleida, no quiso ser menos. Citó a los fotógrafos y en plena Carrera de San Jerónimo se vistió la camiseta del Barça. El pleno se abrió con la intervención del portavoz de BNG. Reclamó el impulso a la lengua gallega y el cierre del estado autonómico. Pero ya a esas horas tempranas en los pasillos del Congreso se veía a sus señorías en los corrillos haciendo porras e intercambiando apuestas sobre el resultado del partido. El debate ha sido bronco, áspero, mal educado y sin posibilidad de acuerdos, igual de visceral que la rivalidad deportiva. Así nos luce el pelo.

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