Cerrar

PANORAMA | FERNANDO GARCÍA MARTÍNEZ

La decadencia del pensamiento útil

Publicado por
FERNANDO GARCÍA MARTÍNEZ
León

Creado:

Actualizado:

NUEST RO pensamiento revela y manifiesta normalmente las vivencias reales o conceptuales que hemos experimentado o tenido en el ambiente socio cultural en el que nos desenvolvemos. Hoy en día se aceptan razonamientos, no razonados, que nos imponen las tendencias de una vida resquebrajada. Así aceptamos lo inaceptable y admitimos comportamientos y formas de actuar no ortodoxos como algo normal. Las nuevas corrientes, falsas muchas veces y sin sentido, van minando la esencia de nuestra forma de pensar y hacen que el pensamiento crítico desaparezca y nos acoplemos, casi sin darnos cuenta, a lo que no hace mucho repugnaba a la ética y a la moral. Valgan como ejemplo la eutanasia activa, el aborto, el desprecio a nuestros mayores, y el egoísmo de una natalidad nula en muchos matrimonios. Lo justificamos como algo normal en los tiempos avanzados de nuestra sociedad y no nos damos cuenta que estamos tirando piedras en contra de nuestro mismo tejado. Las disculpas que ponemos llegamos incluso a creérnoslas, rebajando el raciocinio de nuestro pensamiento a una esclavitud servil y ciega. Lo más triste es que no intentamos poner el más mínimo remedio y que nos conformamos con nuestro proceder.

El grado de bienestar que poseemos, en vez de ayudarnos a mejorar nuestro pensamiento útil, hace que reprobemos muchas actuaciones morales y de sentido común amparándonos en la comodidad de nuestras acciones. Así preferimos dar y no actuar. El dar apenas si tiene mérito, porque lo hacemos desde la perspectiva de lo que nos sobra. Pero eso sí, sirve para dejarnos satisfechos, acallando con esos actos dadivosos la voz de nuestra conciencia. El actuar, sin embargo, requiere implicación personal, sacrificio a veces y otras miras de amor más amplias y de fines más elevados. Es el verdadero amor. Pero no lo es, desde luego, el aceptar las cosas por necesidad cuando nuestra economía se derrumba y necesitamos la de nuestros mayores para subsistir. Entonces los retiramos (está sucediendo hoy) de las residencias y sí hay sitio en nuestras casas para ellos. Entonces no huelen mal los abuelos. Entonces sí podemos atenderlos. Entonces sí aceptamos sus debilidades que en tiempos de bonanza confiamos, creyéndolo justo y lógico, al cuidado de terceros. ¿Tienen algún mérito estas acciones?

Pero esta decadencia del pensamiento útil se da también en todos los demás ámbitos de la vida social y en nuestra forma de pensar. Aprobamos comportamientos erróneos, damos crédito a corrientes ideológicas sin ningún valor intrínseco, banalizamos lo esencial y ridiculizamos y hasta conculcamos la razón de vivir. Aún tendrá que cambiar mucho la sociedad y hacer de la crisis que padecemos el principio sano de otras normas, siempre inmutables, que modifiquen las enormes diferencias existentes, el sentido de la responsabilidad ante la vida, el mérito del trabajo, la eliminación de los muchos falsos dioses que tenemos y la implantación de una justicia auténtica que no deje lugar a un enriquecimiento rápido y amoral de algunos en detrimento de los demás seres humanos. Hemos de aprender que somos muy vulnerables, poca cosa, y por lo mismo necesitamos cada vez más afianzarnos firmemente en unos cánones seguros y serios, nunca sujetos a las veleidades coyunturales del momento, que hagan de nuestro proceder el camino recto y justo de la auténtica verdad. Hoy hemos perdido la esencia misma de la vida humana y es preciso recuperarla urgentemente para salir de esta crisis general que nos bloquea.

Cargando contenidos...