Las ayudas paralos coches

CADA compra de un coche que no cueste más de 30.000 euros y que lleve consigo la entrega de otro vehículo con una antigüedad superior a los diez años está encaminada a recibir una subvención de 2.000 euros, siempre y cuando el propietario esté empadronado en las comunidades autónomas que acepten sumarse a la iniciativa del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que presentó su nuevo plan Prever durante el reciente debate sobre el estado de la nación.

Dadas las penosas circunstancias que artraviesa el sector del automóvil, sujeto a importantes caídas de las ventas -”hasta finales de abril, su facturación ha sufrido un descenso interanual del 43,7 por ciento-”, y también al estado de los bolsillos de la gente, el plan del presidente Zapatero parece cargado de buenas intenciones. Lástima que se le olvidase el pequeño detalle de haberlo pactado con todas las comunidades autónomas, teniendo en cuenta que a éstas les propuso poner 500 de esos 2.000 euros; es decir, lo mismo que pondrá el Gobierno central, ya que los 1.000 euros restantes van a cargo de los propios concesionarios.

Si alguien tenía alguna duda de lo que significa el Estado de las autonomías de ida y de vuelta, ahora ya lo sabe. Ha sucedido con este plan de estímulo para vender coches pero puede volver a pasar con cualquier otra cosa, en una peculiar interpretación de lo que es la autonomía para Zapatero, capaz de comprometer recursos que no gestiona, al no ser de su competencia. Tiene poco sentido la manera en que ha hecho las cosas el presidente, ya que ni siquiera cabe apelar a que se trata de un plan de urgencia, consecuencia de unas inundaciones, un terremoto o algo por el estilo. No, el incentivo a la venta de coches lleva meses y meses sobre la mesa, sin que Zapatero moviese ficha, a diferencia de lo que sí hicieron otros colegas suyos de países de la Unión Europea, en algunos casos, como en Alemania, con buenos resultados.

El problema ahora no es un lío más de esos a los que nos tienen acostumbrados los gobernantes, sino que es algo que afecta a la gente de la calle, a cualquier comprador de un coche que este lunes vaya a un concesionario y que dependiendo de donde viva tendrá un descuento o tendrá otro. Se ha mezclado la oportunidad del plan con la improvisación que atenta contra el propio Estado de las autonomías. No es de extrañar por ello que algunos fabricantes de automóviles hayan decidido tirar por la calle del medio y estén ya ofreciendo ayudas incluso superiores a las que intenta garantizar Rodríguez Zapatero con su controvertido Plan 2.000E.