Benedetti, amigo

HA MUERTO Mario Benedetti. Ha muerto un compañero de camino. Un amigo.

De vez en cuando aparecía un nuevo libro, apartábamos el anterior, y las piezas parecían encajar porque de nuevo llegaba Mario. Es la pérdida de una referencia, un mojón al que había que llegar. Salían palabras de su bolígrafo y nos mostraba imágenes. Dibujó los espacios abiertos de la vida y los rincones muchas veces olvidados. Dibujó el nombre de mi hijo que como él se llama porque él se llamaba Mario.

También dibujó al niño africano al que le quedaban horas para morir. Dibujó la mueca de su muerte y la de sus hambrientos hermanos. Dibujó las trenzas de anamaria anamaria que ovarirreía. Dibujó un ojal que aún no se tocaban los amantes. Dibujó amantes de tántalo y azahar, quizás desdichados, a la izquierda del roble. Dibujó amantes que en la calle eran mucho más que dos. Dibujó torturados y torturadores. Dibujó calles y casas. Dibujó osadías y cobardías. Dibujó al mismo tiempo el compromiso y la alegría.

Dibujó la coherencia, el puño en alto. Dibujó espejos en los que uno se reconocía. Dibujó los espacios abiertos de la vida y los rincones muchas veces olvidados. Le recordaremos en sus imágenes. Mario Benedettí ha muerto. Ya no habrá nuevos libros que nos acompañen. Ha muerto a los 88 años. También para él, eterno en sus obras y en los escalofríos que nos provocó, llegó el final.

Ha muerto Mario Benedetti. Ha muerto un compañero de camino. Un amigo.