Diario de León

EL CORRO | PEDRO VICENTE

Incógnitas europeas

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PEDRO VICENTE
León

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DE AQUÍ al próximo 7 de junio, las principales fuerzas políticas dedicarán sus mayores esfuerzos, y no pocos recursos, en tratar de convencernos de la importancia de las próximas elecciones europeas. Ardua tarea la que tienen por delante para movilizar a un electorado muy remiso, y con razón, a participar en estos comicios.

Con razón no porque Europa haya dejado de ser fundamental -”a ella le debemos el gran avance económico y social registrado en las últimas décadas-” , sino porque lo que carece de relevancia son unas elecciones que empiezan y terminan en la composición de un Parlamento que ni pincha ni corta. El ciudadano sabe aquí y en Varsovia que en la Unión Europea el poder de decisión descansa sobre la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, que son, junto a los Consejos de Ministros, los que distribuyen los Fondos y fijan las políticas a aplicar. Y que de la ejecución de dichas políticas se ocupa después la Comisión Europea, organismo en cuya composición el Parlamento sigue siendo un convidado de piedra. No es de extrañar así el desapego ciudadano, generalizado en toda Europa, ante la elección de unos eurodiputados con tan escasa capacidad de influencia. Ello sin contar que la ampliación a los 27 ha diluido aun más el sentimiento europeo, como ha puesto de relieve el fracaso de la Constitución.

Con tal índice de abstención y un sistema de circunscripción única, los resultados de las elecciones europeas resultan difícilmente extrapolables. Aun así, el PP, favorito en las encuestas (más por los deméritos del PSOE que por méritos propios) se afana en presentarlas como una especie de primarias. Está claro que Rajoy y los suyos buscan en la derrota socialista una deslegitimación del Gobierno Zapatero, al cual terminarán pidiendo que se someta a una cuestión de confianza.

Obviamente, los socialistas, caso de perder, no se darán por aludidos y se aferrarán al argumento de que los efectos de estos comicios comienzan y terminan en la elección de los 50 diputados que corresponden a España en ese inane Parlamento Europeo. «Este partido se juega en Europa», reza en el lema electoral utilizado por el PSOE en la presente precampaña electoral. Lema que conduce implícitamente al recordatorio de que en España no toca celebrar nuevas elecciones generales hasta el año 2012.

Si los resultados del 7 de junio resultan en conjunto de difícil extrapolación, especialmente compleja resultará la misma en León, donde confluyen dos factores inéditos en elecciones europeas. De un lado, el hecho de que el cabeza de lista de una de las formaciones políticas emergentes, la Unión, Progreso y Democracia (UPyD), que lidera Rosa Díez, sea el catedrático de la Universidad de León Francisco Sosa Wagner, antiguo profesor de José Luis Rodríguez Zapatero en la Facultad de Derecho. De otro, la incomparecencia de la Unión del Pueblo Leonés, que, a diferencia de anteriores convocatorias europeas, ha decidido en esta ocasión permanecer al margen y no participar en ninguna coalición con otras fuerzas regionalistas o nacionalistas. Los analistas tendrán tajo el 8 de junio para desentrañar dos incógnitas: la procedencia de los votos de la UPyD y el destino de los antiguos votos de la UPL.

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