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Publicado por
EMILIO GANCEDO
León

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VAMOS CAMINO de eso, si no llevamos siéndolo desde el siglo XV, como poco. De ser sucursal de la sede central, de ser un negociado perdido en un polvoriento cruce de caminos, un nido de funcionarios y pequeños comerciantes regidos por gordos patricios, interesados en que todo siga así. Tranquilo y en barbecho. Dependiendo de los caprichos, de la caridad o de los intereses de los prebostes de la metrópoli.

Esa sucursalidad se aprecia, y cada vez más, en múltiples aspectos: culturales, sociales, políticos, comunicativos y económicos. Todo pasa por la sede, todo tiene que subir a los despachos, todo tiene que arrastrarse por las moquetas. Echando instancia y aguardando la respuesta con sello real troquelado. La espera inmóvil: ese parece ser el estado natural del paisaje y paisanaje leonés. Y he ahí también otro aspecto pavoroso de la situación: el servilismo que se aprecia entre los que aspiran a las migajas, en las sonrisas simples, reptiles y aduladoras de quienes reciben al prócer arrojando su chaqueta al suelo para que el semidiós no se ensucie los zapatos con el barro o la nieve que cubre el suelo de esta tierra. Al héroe urbanita, al político que nunca movió un dedo por mejorar, de verdad, ninguna de nuestras aldeas, se le unge, para más inri, como Pregonero Chachi o Guirrio Mayor de la Junta Vecinal de Barataria entre los aplausos y tics nerviosos de la corporación al completo. Espectáculos dantescos a los que asistimos atónitos.

Hablamos de autonomía pero el primer paso para alcanzarla está en conducirnos personal, vecinal, municipalmente, con autonomía y, ante todo, con dignidad. Los leoneses atravesamos en estos momentos una situación administrativa y jurídica extravagante y anómala, sin reconocimiento institucional alguno, ya no como región sociológica, sino al menos como la región cultural que somos, algo en lo que coincide en señalar la Historia, la Etnografía y la Lingüística.

Si creemos de veras que somos una sucursal, sin duda seguiremos siéndolo varios siglos más.

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