Cerrar

CRÉMER CONTRA CRÉMER | VICTORIANO CRÉMER

Una escritora llamada Corín Tellado

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

PODÍA CONTAR, uno por uno, hasta ochenta y dos años. Y llevaba escritos, también uno por uno, cuatro mil libros. Todo lo que escribió respondió a un impulso irrefrenable: el romanticismo rural de una acogida por la tierra asturiana.

Escribía todos los días un librito dedicado a los enamorados y sus vicisitudes, sus anhelos, sus angustias, y todos los días encontraba para los personajes de su inspiración una solución afortunada.

Eran historias para enamorados, todavía con esperanza, ni los jóvenes de su alrededor, ni la curiosidad siquiera por la biografía diaria de aquella enclaustrada en sus emociones, ni siquiera la ambición de un relámpago de gloria, había sido motivo fundamental para que los vecinos y los lectores se acercaran a su cenobio literario a contemplar a aquel extraño ejemplo de tensión humana y de facundia sentimental.

Corín Tellado murió, como había vivido: inventando historias ligeras en las cuales siempre figuraba un trance amoroso y una mujer enamorada o un galán en busca de una mujer para el amor sencillo y feliz.

Al cabo de tantísimos años dedicados al oficio, noble y emocionante, de transcribirse en el papel, rubricó su último librito y se echó a morir sin acabar de escribir la última novela.

Era una buena mujer inventora, día tras día, de su propia aventura. Tal vez para que la lectura de sus historias, en su sencillez llegaran a colmar la insatisfacción de alguna desdeñada por la estética y el amor.

Corín Tellado no había protagonizado nunca alguna de aquellas aventuras sencillas, quizá un poco teñidas de aldeanismo sentimental, y cuando le llegó la hora ésta le sonó en el alma como un lamento de consolación funeral...

Quizá la escribidora astura había sido cuatro mil veces feliz, cada vez que uno de sus libros era lanzado para la satisfacción de la avidez de humildes lectoras que, quizá, quién lo sabe, nunca habían tenido tiempo ni entusiasmo para asomarse a los mundos del Quijote o a las turbaciones de la Celestina.

Pero ¡qué importaba si había cubierto su planificación de manera tan absoluta que consiguió que la escena amorosa que ella se inventaba había venido sirviendo para mantener en el ámbito de la esperanza a más de medio millón de leales!

No, Corín Tellado no era una cumbre de la literatura, ni acaso lo persiguiera nunca. Era sencillamente una mujer sencilla que se aburría en un mundo necio y que optó por inventarse otro mundo en el cual colocarse o colocar a cuantas mujeres sencillas y buenas vivían y morían anónimas, con el corazón en la mano.

Más de cuatrocientos millones de ejemplares de sus mensajes habían sido vendidos. Y al conocer su fin, cuando menos otros tantos millones de lectores dejarían escapar una lágrima...

«¡Oh Memoria, enemiga mortal de mi descanso»... Aquella que de mi corazón y libertad tiene la llave...»

(Un tal Miguel de Cervantes).

Cargando contenidos...