TRIBUNA
El Trayecto, un puerto olvidado
SERAFÍN BODELÓNCATEDRÁTICO Y ESCRITOR
POCO HA HAN term inado de perforar el Puerto del Rañadoiro con un túnel de casi dos kilómetros. Pronto una nueva vía se abrirá al tráfico entre Cangas del Narcea y Degaña, con lo que quedará ambas villas mucho más cercanas. Las vacas podrán sestear más tranquilas en el viejo túnel de Larón de la antigua carretera, por donde suelo pasar en verano; pero casi siempre tengo que pararme, salirme del coche, apartar y alejar a las vacas que sestean dulcemente. Supongo que tan bucólica escena no se repetirá con la nueva vía ya a punto de abrirse. Ello me ha hecho evocar un muy antiguo paso natural entre la Asturias del valle del Ibias y la Fornela leonesa. Los lugareños llaman el «Camino Real del Trayecto». En efecto, fue camino real para comunicar en la Edad Media los dominios del monasterio de Corias y las posesiones del monasterio de San Andrés de Espinareda, al norte y sur, respectivamente, del llamado por Tolomeo Mons Vindius, que ahora llaman cordillera cantábrica.
Los últimos personajes egregios que, según recuerdo haber leído, pasaron por el Puerto del Trayecto entre Degaña y Peranzanes, fueron José María Quadrado y F. J. Parcerisa. Ello ocurrió casi a mediados del siglo XIX. Por allí transitaron a lomos de un brioso corcel, tras salir temprano del monasterio de Corias, para arribar al atardecer al cenobio de San Andrés de Espinareda, a orillas del Cúa en el Alto Bierzo. Así lo cuentan en el volumen dedicado a Asturias y León de su magna obra Recuerdos y bellezas de España, que publicaron en Madrid en 1855.
No hace mucho tiempo unos colegas quisieron realizar ese mismo viaje. Y lo hicieron, pero no a lomos de un brioso corcel, sino pedaleando en metálica bicicleta. Tuvieron que cruzar el Puerto del Trayecto, apartando las ramas, espinos y zarzales, pero con la metálica bicicleta cabalgada en sus hombros. Tal era el estado de abandono y de maleza del otrora famoso Puerto del Trayecto, cuya etimología latina significa precisamente «el paso». Por allí recomunicaban entre sí, ya desde el año 500 a. C., los astures del castro de Larón, con los celtas del castro de Chano, en la Fornela leonesa, cerca del nacimiento del Cúa.
Quiso el azar que poco ha un alumno mío en la Uned en Gijón acudiera a un seminario titulado «La oración compuesta en latín». Dicho alumno es guardabosques de profesión. Precisamente ejerce en aquellos bellos parajes entre Cangas del Narcea y Degaña, donde es posible otear todos las gamas cromáticas, especialmente en las tardes otoñales y en las mañanas de primavera. Le pregunté por Larón, desde donde es posible otear a lo lejos la solemne belleza majestuosa de la cumbre cimera del Miravalles. Le pregunté por el Trayecto y si proseguían las autoridades correspondientes en su abandono. Y, ya que estábamos en un Seminario de Latín, le evoqué que por el Trayecto huyeron hacia el Mons Vindius los satures, vencidos en la batalla de Bérgida. El general romano Carisio les persiguió, siguiendo el curso del río Cúa. Y Carisio acampó en un lugar, que todavía hoy lleva su nombre, llamado Cariseda (es decir, «la sede de Carisio», por contracción de Carisii sedes). Eso cuenta Schulten en su libro La guerra de Cántabros y Astures contra Roma. Dicha guerra acaeció entre el 29-19 a.C. El paso del Trayecto ha hermanado, desde tiempos ancestrales, los valles del Ibias y la Fornela. Así que las autoridades actuales sólo llevan un retraso de unos dos mil años y pico años, en lo concerniente a «desbrozar» y abrir de una vez por todas el Puerto del Trayecto.