EN EL FILO | JOSÉ CAVERO
Punto cumbre de la campaña electoral
ESTE FIN DE SEMANA se llevarán a cabo los actos más «potentes» de una campaña que, a continuación, entra en su etapa final hacia el siguiente domingo, de cita con las urnas. Se presenta, de antemano, con la controversia suscitada por la utilización por el presidente Zapatero de un avión militar para sus traslados a los lugares en los que interviene. ¿Es escandaloso este uso, no tiene precedentes? Desde luego, lo que no es nueva es la controversia que suscita el empleo por «autoridades» de bienes públicos. Posiblemente desde que a Felipe González «se le ocurrió» -”dicen que por sugerencia del mismísimo Rey-” subirse a bordo del yate Azor , que había utilizado Franco, y prácticamente hasta nuestros días: sucede cada vez que un presidente, o alguno de sus ministros, se refugian por unos días en los pabellones que el Estado mantiene en Doñana, o en algún otro paraje, como el de la cacería del ex ministro Bermejo. No hay una norma establecida, y los usos y hábitos de unos es probable que merezcan críticas muy severas a los contrarios. ¿Y llevar a la propia esposa a un viaje más o menos oficial, o a una invitación a un alto cargo?
Es indudable que Zapatero, o cualquier otra autoridad, disfruta de mayor seguridad a bordo de un avión de las Fuerzas Aéreas. En todo caso, es sorprendente que no se haya mencionado aún la controvertida tragedia del Yak, cuando 62 militares españoles viajaron y perecieron en un avión alquilado no precisamente recomendable por sus características de seguridad, y parece que por razón de economizar costes en las misiones internacionales... Hay una doctrina general sobre el uso de aviones «oficiales» que suelen emplear quienes conocen estas historias: desde el propio seno de las Fuerzas Armadas suele explicarse que sus aviones es bueno que hagan rutas y realicen kilómetros para su propio mantenimiento técnico y para el de sus pilotos. ¿Son argumentos suficientes? A Rajoy no se lo parece, y de ahí los severísimos ataques que vienen efectuando sobre este Gobierno. Pero ya se sabe que en todas las casas cuecen habas: hoy mismo se revela que el vicepresidente de Camps, Juan Cotino, acude a misa dominical en coche oficial, y que los conductores de coches oficiales han realizado hasta mil horas extras anuales para atender los actos privados de los miembros del Gobierno valenciano. Cabría esperar que los criterios de austeridad funcionaran en todos los ámbitos y «para todos los públicos», desde el jefe del Gobierno hasta el jefe de gabinete de un consejero autonómico...