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la opinión del lector (I)

Complejos de culpa, ¡no!

Publicado por
Anatolio Calle Juárez. NAVATEJERA
León

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Nos cuesta la sinceridad, y muchas veces, queremos que no nos conozcan. Sencillamente, porque hay algo en nosotros que preferimos ocultar; o hay algo en nosotros de lo que no estamos contentos; o hay algo que sin saber bien el por qué decimos que es parte de nuestra intimidad, para justificarnos, ante nosotros mismos, de que eso nunca se deberá ser... En el fondo, lo que realmente nos pasa es que creemos que hay algo, en nosotros, de lo que, si alguien lo supiera, o alguien lo viera, un día que dejásemos las ventanas abiertas, nos daría vergüenza. Hasta aquí, es comprensible. Nos puede pasar a todos. Hay un punto, o hay algo, que es exclusivamente nuestro y preferimos, porque sí, que nadie más lo conozca. El problema y el daño se produce cuando lo exageramos: cuando tenemos tantos complejos de culpas o de fealdades. En nuestra intimidad, que nos da pavor el que los otros nos descubran esos defectos y hacemos de la hipocresía una situación habitual, en nuestra vida. Y vivimos en un permanente estado de ansiedad, de temores, de agobios, de miedos, de máscaras y mentiras en nuestras relaciones sociales. Creemos que la salvación está en la soledad, en el aislamiento y en las sombras..., para que nadie nos descubra o nos conozca del todo. Esta hipocresía no es buena, sus resultados no compensan en absoluto, y son mayores los daños y perjuicios que nos ocasiona. Fallos los tenemos todos. Verás: tus defectos, tus fallos, esas sombras de las que sólo tú te avergüenzas, no tienen, de verdad, la importancia que les das. Son los fallos y los defectos que, te lo juro, casi los tenemos todos; y casi todos los tenemos mayores o, al menos, igualitos que los tuyos. No somos tan distintos los unos de los otros. Y además: si nos mostramos tal y como somos, recibimos sorpresas inesperadas, todas positivas. Hay gente mala. Cierto. Pero hay más gente buena. También cierto. Y la mayoría, cuando eres sincero, cuando eres limpio de corazón, hasta son mejores: admiran tu orgullosa humildad, admiran tu ingenua fortaleza, admiran tu valentía. Y hasta son mucho más comprensivos contigo, si llega el caso de lo que eres tú contigo mismo o contigo misma.

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