Vivir tras morir

El día 30 de mayo se nos rompió un mundo y se paralizó el tiempo. María Pilar Ferreras Gutiérrez estrenó aquel día, con la alegría infinita de quien vería casarse a su hija en una ceremonia que iba a celebrarse en la Catedral, pero tres horas antes, en la puerta de la alegría, una muerte injusta y repentina nos la robó dejándonos en una desolación total, aturdidos por la fatalidad, impotentes ante el destino. Así lo hemos sentido su gente, su Boñar natal, su familia que aún se prergunta, sus deudos más cercanos, su marido Jose, sus hijas Marian, Cristi y Elena, su hermana Olga... Tenía sólo 52 años y un camino a medio andar, con mucho por decir, hacer y querer. Y aunque nada reparará su ausencia, ni el hueco que deja nuestro lado, nos consuela saber que parte de su vida sigue viva tras decidir la familia la donación de todos sus órganos. Ella, en su generosidad última, lo habría querido así. De esta forma sabemos que la muerte jamás nos la ha robado enteramente y jamás la podrá privar de la gratitud de gentes anónimas y de la memoria de quienes compartimos con ella sueños, pasos y alegrías. Nadie podría olvidarla. María Pilar ha conseguido vivir después de morir.